Hasta el momento la mayoría de los autores han tratado de hilvanar el mundo mitológico recogido por Fray Pané y de dar forma a la historia como consideran que debieron estar organizados sin detenerse a pensar que estos ya poseen un una sucesión y un equilibrio que no por simple, o tal vez por ello, se ha pasado por alto. A nuestro entender el universo religioso aborigen en está dividido en esta obra en cinco momentos o partes: la primera es en a que se nombra al Ser Supremo y la madre de este, junto a los epítetos por los que son conocidos, o sea las deidades propiamente dichas, y se encuentra en la introducción que hace Fray Ramón a sus Antigüedades; la segunda se refiere al tiempo originario o primigenio, el surgimiento de los hombres, los astros, el mar, los peces y todo lo vinculado al entorno del hombre primitivo de nuestras islas, esta parte tiene una función etiológica bien definida y comienza en el capítulo titulado “De que parte han venido los indios y de que modo”; el tercer momento está dedicado al culto y los diferentes rituales, y en él se describen las prácticas de los behiques y las formas de transmisión de los mitos y costumbres del grupo social, y comienza en el capítulo titulado “De donde sacan esto y quiénes les hacen estar en tal creencia”; la cuarta y muy supeditada a la anterior contiene las relaciones mito-culto, bajo el título “Cómo hacen y guardan los cemíes de madera o de piedra”, donde se ponen de manifiesto sus creencias en espíritus tutelares o protectores, los cemíes, y las acciones realizadas por estos; y una última parte dedicada a las creencias durante el proceso de conquista.
Basados en los textos de Pané dividiremos en tres categorías a los personajes o deidades que aparecen en su narración. En este caso para facilitar la comprensión separaremos a las deidades de los cemíes o espíritus auxiliares en forma de ídolos, ya sean de un individuo en particular de un grupo o pueblo[1]. Entre las deidades se ubicaran: Yúcahu, Atabey y Guabonito; como antepasados míticos o héroes culturales (en algunas bibliografías como las de Jensen son denominados deidades demas) se encuentran: Yaya, Yayael, Guahayona, Anacacuya, Deminán Caracaracol, Bayamanaco, Yahubabayael, Itiba Cahubaba, Maquetaire Guayaba, Hiali y Mautiatihuel; y por último los cemíes o espíritus que Pané relaciona como: Boinayel, Márohu, Baibrama, Opiyelguobirán, Guabancex, Guataúba, Coatrisquie, Baraguabael, Corocote y las Opías. En el caso de Guabonito aunque aparece en la parte de las relaciones correspondientes al tiempo primigenio como héroe cultural, consideramos que podría estar relacionada con alguna deidad marina o de las aguas, lo mismo como una representación de Atabey. En el caso de Baibrama y Guabancex aunque los seguimos recogiendo como cemíes consideramos que ya habían traspasado el límite de espíritu tutelar de una aldea determinada para convertirse en deidades de todo un conglomerado de tribus.
Basados en los textos de Pané dividiremos en tres categorías a los personajes o deidades que aparecen en su narración. En este caso para facilitar la comprensión separaremos a las deidades de los cemíes o espíritus auxiliares en forma de ídolos, ya sean de un individuo en particular de un grupo o pueblo[1]. Entre las deidades se ubicaran: Yúcahu, Atabey y Guabonito; como antepasados míticos o héroes culturales (en algunas bibliografías como las de Jensen son denominados deidades demas) se encuentran: Yaya, Yayael, Guahayona, Anacacuya, Deminán Caracaracol, Bayamanaco, Yahubabayael, Itiba Cahubaba, Maquetaire Guayaba, Hiali y Mautiatihuel; y por último los cemíes o espíritus que Pané relaciona como: Boinayel, Márohu, Baibrama, Opiyelguobirán, Guabancex, Guataúba, Coatrisquie, Baraguabael, Corocote y las Opías. En el caso de Guabonito aunque aparece en la parte de las relaciones correspondientes al tiempo primigenio como héroe cultural, consideramos que podría estar relacionada con alguna deidad marina o de las aguas, lo mismo como una representación de Atabey. En el caso de Baibrama y Guabancex aunque los seguimos recogiendo como cemíes consideramos que ya habían traspasado el límite de espíritu tutelar de una aldea determinada para convertirse en deidades de todo un conglomerado de tribus.
[1] Los casos de Cienfuegos y Matanzas no los incluimos aquí por lo planteado en la entrada anterior, referente a su condición de leyendas
2 comentarios:
Interesantísimo este blog. Felicitaciones!! vendré muy a menudo a verte.
Hola Eduardo, me alegra que estés haciendo la maestría en Arqueología del Caribe; así tendremos un especialista y además un amigo al que podamos recurrir cuando estemos en un aprieto y necesitemos ayuda. Un abrazo:
Silva
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