martes, 19 de febrero de 2008

RAICES WARAOS EN EL TAINO CARIBEÑO

El warao, guarauno, o guarao -es conocida por cualquiera de las tres formas- es la lengua de los pueblos indígenas del delta del Orinoco. Según la interpretación del nombre, este vocablo significa “habitantes del agua”, del waha ~ ribera baja, y arao ~ gente; otros lo interpretan como gente de las canoas, del wa ~ canoa.
El warao es considerado por algunos lingüistas como una lengua monolingual, aunque otros lo ubican como una lengua proveniente de la familia macro-chibchana, y en algunos casos se le considera emparentado con el aruaco. El caso es que su proximidad y convivencia con grupos aruacos permeo esta lengua con vocablos de los cuales aun se hayan evidencias en el taíno cubano.
Vocablos referidos personajes mitológicos, de los recogidos por Pané en su libro, y otros del habla taína que sobrevivió en Cuba poseen evidencias de esta lengua.
Comencemos por el término behique proveniente del warao biji ~ curar, sanar, o bahu ~ salud, o tambien del vocablo bahana ~ magia.
Baibrama, cemí mencionado por Pané como el responsable del crecimiento de la yuca, y del cual acá en artículo anterior hicimos mención (ver http://cacibajagua.blogspot.com/2008/01/cemies-i.html) que podría ser una corrupción de uno de los epítetos del Ser Supremo warao: Bare Aidamo, que significa Padre Supremo.
Guanahatabey, del warao anaha, lugar por donde se pone el sol. El polisintetismo que significaría “los que son (o viven) de donde se pone el sol”.
En el caso de Juba, diferentes autores se refieren a este sustantivo como sinónimo de serpiente en warao. En el campo cubano habita una pequeña serpiente o culebra (alsophis cantherigerus) que es conocida desde antes de la llegada de los españoles con el popular nombre de Jubo.
Otros nombres de personajes mitológicos o vinculados al mito taíno como Bayamanaco, Anacacuya o Yaya, poseen claras evidencias de provenir de vocablos con raíces warao.

miércoles, 23 de enero de 2008

SERES SOBRENATURALES, HÉROES CULTURALES Y CEMÍES EN LA MITOLOGÍA DE PANÉ.


Hasta el momento la mayoría de los autores han tratado de hilvanar el mundo mitológico recogido por Fray Pané y de dar forma a la historia como consideran que debieron estar organizados sin detenerse a pensar que estos ya poseen un una sucesión y un equilibrio que no por simple, o tal vez por ello, se ha pasado por alto. A nuestro entender el universo religioso aborigen en está dividido en esta obra en cinco momentos o partes: la primera es en a que se nombra al Ser Supremo y la madre de este, junto a los epítetos por los que son conocidos, o sea las deidades propiamente dichas, y se encuentra en la introducción que hace Fray Ramón a sus Antigüedades; la segunda se refiere al tiempo originario o primigenio, el surgimiento de los hombres, los astros, el mar, los peces y todo lo vinculado al entorno del hombre primitivo de nuestras islas, esta parte tiene una función etiológica bien definida y comienza en el capítulo titulado “De que parte han venido los indios y de que modo”; el tercer momento está dedicado al culto y los diferentes rituales, y en él se describen las prácticas de los behiques y las formas de transmisión de los mitos y costumbres del grupo social, y comienza en el capítulo titulado “De donde sacan esto y quiénes les hacen estar en tal creencia”; la cuarta y muy supeditada a la anterior contiene las relaciones mito-culto, bajo el título “Cómo hacen y guardan los cemíes de madera o de piedra”, donde se ponen de manifiesto sus creencias en espíritus tutelares o protectores, los cemíes, y las acciones realizadas por estos; y una última parte dedicada a las creencias durante el proceso de conquista.
Basados en los textos de Pané dividiremos en tres categorías a los personajes o deidades que aparecen en su narración. En este caso para facilitar la comprensión separaremos a las deidades de los cemíes o espíritus auxiliares en forma de ídolos, ya sean de un individuo en particular de un grupo o pueblo
[1]. Entre las deidades se ubicaran: Yúcahu, Atabey y Guabonito; como antepasados míticos o héroes culturales (en algunas bibliografías como las de Jensen son denominados deidades demas) se encuentran: Yaya, Yayael, Guahayona, Anacacuya, Deminán Caracaracol, Bayamanaco, Yahubabayael, Itiba Cahubaba, Maquetaire Guayaba, Hiali y Mautiatihuel; y por último los cemíes o espíritus que Pané relaciona como: Boinayel, Márohu, Baibrama, Opiyelguobirán, Guabancex, Guataúba, Coatrisquie, Baraguabael, Corocote y las Opías. En el caso de Guabonito aunque aparece en la parte de las relaciones correspondientes al tiempo primigenio como héroe cultural, consideramos que podría estar relacionada con alguna deidad marina o de las aguas, lo mismo como una representación de Atabey. En el caso de Baibrama y Guabancex aunque los seguimos recogiendo como cemíes consideramos que ya habían traspasado el límite de espíritu tutelar de una aldea determinada para convertirse en deidades de todo un conglomerado de tribus.



[1] Los casos de Cienfuegos y Matanzas no los incluimos aquí por lo planteado en la entrada anterior, referente a su condición de leyendas

sábado, 19 de enero de 2008

MITO Y LEYENDA

Durante muchos años se han realizado estudios para determinar el status de mitos o leyendas que poseen las historias de corte indígena recogidas por Adrian del Valle y Pedro Modesto Hernández en la zona de Cienfuegos y las recreadas literariamente por Samuel Feijóo de las recogidas en el territorio matancero por Alvarado. En la actualidad existen importantes investigaciones como las de Rives Pantoja, que desde un punto de vista estructuralista hacen un análisis de estas y las ubican dentro de la categoría de leyendas populares locales con cierto basamento indio. En el presente trabajo, aunque no hacemos los análisis desde una posición de estructuralismo sino más bien un estudio lingüístico y de funcionalidad de los personajes y héroes culturales dentro del mito, llegamos a conclusiones que nos acercan a las arribadas por Rives por caminos diferentes.
Según Eliade (1983:25) las características del mito son:
1- Constituye la historia de los actos de los seres sobrenaturales
2- Esta historia se considera absolutamente verdadera y sagrada
3. El mito se refiere siempre a una “creación”, cuenta como algo ha llegado a la existencia o cómo un comportamiento, una institución, una manera de trabajar se han fundado, es esta la razón de que los mitos constituyen los paradigmas de todo acto humano significativo
4- Al conocer el mito, se conoce el origen de las cosas y por consiguiente se llega a dominarlas y manipularlas a voluntad, no se trata de un conocimiento "exterior”, “abstracto”, sino de conocimiento que se vive ritualmente ya al narrar ceremonialmente el mito, ya al efectuar el ritual para el que sirve de justificación
5- De una manera u otra, se “vive” el mito, en el sentido de que se está dominado por la potencia sagrada, que exalta los acontecimientos que se rememoran y se reactualizan.”
A diferencia de las leyendas el mito está ubicado en el tiempo primigenio, es filosofía primitiva, la forma más simple de presentación del pensamiento en la compresión del mundo y su explicación, mientras que la leyenda es historia primitiva, transformada e idealizada, de personajes estrictamente individuales y humanos y que aunque posean poderes mágicos nunca se les considera seres sobrenaturales.
En el caso que estudiamos, los llamados mitos de Cienfuegos y de Matanzas, aunque existen puntos de contacto, difieren de los mitos taínos recogidos por Pané en La Española (Haití), sobre todo en el caso de Cienfuegos, en lo que respecta a la creación o surgimiento. Más que mitos nos parece estar en presencia de leyendas territoriales con una raíz en mitos de origen Arauco, permeados por otras mitologías, o el empleo de leyendas con carácter etiológico utilizadas para dar respuestas a elementos particulares del entorno. Como ya hemos explicado, en las creencias de Haití, las cuales suponemos muy similares a las de a región oriental de Cuba por las constantes migraciones entre las dos islas, así como las coincidencias en los motivos y representaciones artísticas, los mitos son emergentes: el hombre y los astros surgen del interior de cavernas o antros subterráneos, mientras que en los recogidos por Valle el hombre es creado por el Sol y la mujer por la Luna, a quien llaman Maroya. El único punto de coincidencia hasta este momento es que el Sol que llaman Huión, es una posible deformación del Huin, nombre del mismo astro en las creencias de los grupos aruacos protomaipures de las Antillas Menores, llamados también caribe insular, en tanto que Maroya es la forma en que algunos autores nominan a Márohu. Esta mezcla de creencias es la que nos da pie para comenzar nuestra hipótesis de leyendas locales con elementos de otras mitologías.
En las leyendas de Jagua se observa una clara influencia heliocentrista que no proviene de aborígenes de origen aruaco. Aunque la onomástica dentro de estas si pudiera tener una raíz aruaca, más bien se asemeja a tradiciones orales populares con influjos de otras mitologías y elemento de los mitos de La Española, añadiendo nombres de procedencia aborigen de personajes reales de la zona o imitación de ellos, en un entorno de época en donde existe toda una corriente, de corte siboneísta, de retomar lo sobreviviente del elemento indígena. Según estas leyendas el Sol crea al hombre para que lo adorara, este es uno de los elementos culturas no aruacas, ya que en la mayoría de estas, el Sol aparece sólo como fuente catalizadora de los procesos naturales y de la vida, pero no vinculado al Ser supremo ni a los mitos de creación o emersión. En cuanto a la creación de la mujer por la Luna sí puede estar vinculada a mitos de origen aruaco como el de los guanaros de la costa de Venezuela, los cuales afirman que todas las mujeres son hijas de la Luna, López-Baralt (1976:65). Arrom (1989:33) en su estudio sobre la madre del Ser Supremo traduce su epíteto Guacar como Señora de la Luna de las Mareas y de la menstruación, vinculada a la fecundidad; los yanomamos creían proceder de la sangre brotada de Periboniwá (Espíritu de la Luna) al tocar la tierra. Las leyendas que analizamos plantean que Jagua, la madre de las mujeres, surgía del toque de un rayo de Luna en un montón de fruta madura sobre la tierra, otros de creencias similares existen entre los sálivas, que se consideran hijos del Sol, de los árboles y de las frutas.
Valle (1919:13-16) plantea que la Luna, Maroya, es la madre de todas las mujeres, creando a Guanaroca primero, y a Jagua después como esposa de Caonao; esta última sólo tuvo hijas, mientras que Guanaroca es madre de varones. En este punto la diferencia entre los mitos taínos y la leyenda cienfueguera está dada en que en el primero los hombres y astros emergen de cuevas y en la segunda son creados por el Sol como Ser Supremo Creador.
Otro tema que tiene su reflejo en esta es el de la inundación o diluvio. Pané (1990:29-30) refiere esta, con la ruptura de la güira (o calabaza, como él la llama) que contenía los huesos de Yayael, primogénito de Yaya, quien le da muerte por rebelarse contra lo establecido (asesinato primordial en la persona de un héroe cultural). En este mito hay una profunda carga moral y de establecimiento de tabúes o prohibiciones, además de su carácter etiológico.
"Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza, que lleno toda la tierra, y con ella salieron muchos peces; y de aquí dicen que haya tenido origen el mar.”
Pané (1990:2 9)
La leyenda de Cienfuegos nos narra como Hamao al dejar morir por abandono a su hijo Inao, por temor o vergüenza ante su crimen, lo esconde en una jícara (güira) que cuelga en medio del monte. Al romperse esta, cuando es hallada por Guanaroca, madre del muchacho, se derrama gran cantidad de líquido, peces y tortugas producto de la transformación de los huesos del niño. Cuenta también la leyenda que los peces se convirtieron en ríos y las tortugas en cayos y en la península de Managua, en la costa cienfueguera. Al llanto de Guanaroca se le atribuye la formación de la laguna que lleva su nombre. Leyenda de dolor y pérdida con elementos etiológicos del entorno, pero sin la presencia de seres sobrenaturales, ni moraleja ética, ni rememoración cultual.
El resto de los personajes legendarios o “héroes culturales”, que cita Valle, como: Aipirí, Aycayía, Iguanayoca, Caonao, Iasiga, Maitío, Uaguano; poseen en sus nombres raíces de términos aruacos de los cuales en la segunda parte de este trabajo hacemos algunas consideraciones onomatológicas para tratar de identificar su posible etimología. En tanto que por un lado nos ofrecen respuestas al origen de algunos de los componentes del entorno ecológico del hombre de esta región, se diferencian de los mitos taínos y de la mayoría de los mitos primitivos en que en estos últimos el nombre guarda estrecha relación con la función que desempeña su poseedor dentro del mito o con alguna característica particular que lo identifique. Sin embargo en los mitos de Jagua los nombres no corresponden con funciones específicas, salvo algunos que, si nuestra traducción correspondiera fielmente al significado real del nombre estarían en el caso de destacar características personales de individuos en cuestión (ver Aipirí, Maitío y Aycayía en Mitonimia Aborigen Taína). Los personajes a los que corresponden funciones etiológicas propiamente dichas no tienen correspondencia entre función y nombre.
Otro de los paralelismos es la leyenda del abandono de los niños pequeños. En este caso el abandono es voluntario por parte de la madre despreocupada y el sonido onomatopéyico del llanto, guao~guao, es el nombre que recibe la planta en la que son transformados (Comocladia dentata), diferenciándose del mito recogido por Pané en el elemento de la naturaleza en que se da la metamorfosis. En el mito es en el reino animal (son convertidos en ranas) y en la leyendas es en el reino vegetal (guao, posible intromisión de elementos africanos en la leyenda, recuérdese la importancia del reino vegetal para estos). Tenemos además que no siendo, dentro de la leyenda, todos los niños menores, es simplemente llanto y no, petición de alimento, aunque haya sido provocado por falta de este.
Las otras leyendas se relacionan con el carácter moral o ético en cuanto a costumbres o a violación del orden establecido como la de Iasiga transformada en monstruo marino por traicionar a su esposo, la propia leyenda de Aipirí convertida en Tatagua por abandonar a sus hijos, o el de Aycayía metamorfoseada en ondina o sirena, detalle de influencia europea, por perturbar el modo de vida.
Elemento esencial que corrobora la no existencia de mito es la ausencia de cemíes o seres sobrenaturales con carácter de ídolos en estas narraciones y el que todas las invocaciones son realizadas a Mabuya, en el caso de Jagua, y al Dios Murciélago en las de Matanzas, lo cual puede tener su origen, en el primero de los casos, en la interpretación de este ser como Ser Supremo y su vinculación a Huracán. Hasta el momento desconocemos la procedencia del personaje de Caorao, referido por Adrián del Valle, como dios del huracán y la tempestad, tampoco se pudo encontrar paralelismos o interpretaciones de este vocablo en la lengua aruaca.
En el caso de Matanzas pocas leyendas de corte o raíz aborigen han llegado hasta nuestros días y mas que relatos mitológicos son leyendas de personajes idealizados, pero estrictamente individuales y humanos que dan origen a elementos del entorno geográfico territorial como son las leyendas de Baiguana y Yumurí. En estas leyendas recogidas por Alvarado y recreadas literariamente por Feijóo no existen fundamentos que responden al surgimiento del hombre, ni de la cosmogonía, ni hay presencia de deidades, aunque superficialmente se mencione el a citado “Dios Murciélago”, que probablemente sea una representación zoomorfa de este animal tan abundante en nuestros campos y cavernas, sin considerarlo Ser Supremo.
Los personajes de las leyendas matanceras, como los de Jagua, a diferencia de los mitológicos son héroes humanos dentro del tiempo ordinario, no sagrado, no se ubican en el tiempo anterior al mundo convencional y no están relacionados con la adquisición de los bienes naturales para la vida del hombre por lo que no constituyen paradigmas en el comportamiento del hombre primitivo de nuestra isla, ni existe tampoco rememoración cultual.

viernes, 18 de enero de 2008

CEMIES I


EL CEMÍ BAIBRAMA: ¿FEO Y MALO?

“Capítulo XX
Del Cemí Buya y Aiba, del que dicen que, cuando hubo guerra, lo quemaron, y des pues, lavándolo con el jugo de la yuca, le crecieron los brazos, y le nacieron de nuevo los ojos y le creció el cuerpo”

Pané (1990:34-35)

Desde la más remota antigüedad, el hombre en su afán de comunicarse se vio en la necesidad de dar nombres a objetos y fenómenos de su vida cotidiana. La religión forma parte de su cotidianeidad por lo que la va a nombrar también y ejemplo de esto lo tenemos en todas las mitologías: Zeus, Atenea, Indra, Vishnú, Anubis, Set, Inti, Yúcahu, Baibrama, Lucuo, Betere, Juluna y miles de nombres por todo el globo terráqueo que sirvieron para definir sus temores, sus deseos, su veneración o sus respuestas a las fuerzas naturales desconocidas para ellos.
Los aborígenes cubanos, si bien aún se encontraban en la evolución de formas primitivas del pensamiento religioso hacia otras más evolucionadas (las divinidades como abstracciones), sí poseían un sistema religioso (no organizado ni jerarquizado debido a que este era reflejo de su propia organización social), por lo que tuvieron que nominar a sus deidades, seres sobrenaturales, espíritus y héroes culturales.
Cercanos al Ser Supremo, por su acción, se encuentran los seres sobrenaturales en forma de ídolos con carácter de espíritus tutelares: los cemíes, con funciones claramente definidas dentro de las creencias de los primitivos habitantes de nuestras islas que, a diferencia de los héroes culturales, sí se les asigna un poder real dentro de la naturaleza y están en contacto con el culto.
Principal elemento entre los taínos, por cemí se entienden divinidades abstractas, personificadas, naturalistas, locales, espíritus familiares y de fenómenos de la naturaleza que su extensión condujo a la creencia en espíritus de los elementos, lo que inicialmente fueron espíritus particulares, Cassá (1974:153). La capacidad sincretista de nuestros aborígenes es la causa prima de que seres sobrenaturales de un conglomerado tribal se hicieran extensivos otros conglomerados.
Dentro de estos cemíes tenemos algunos casos interesantes como el de Baibrama.
Baibrama: Deidad vigilante de la salud y los cultivos; su severo control le granjeó el mote de “feo y malo”. En Cuba se le conoce con el nombre de Mabuya. Tal es la definición que dan de él Guarch y Querejeta (1992:4142). Arrom en su libro “Mitología y Artes prehispánicas en las Antillas” para hablar de este cemí hace un pormenorizado análisis del cultivo de la yuca y señala que se utilizaba a Baibrama para infundir temor a quienes no quieren cumplir con la tediosa tarea de rayar la yuca y extraer el jugo dañino antes de consumirla. Sin embargo más adelante plantea “... lo que realmente se quemaba, para que la yuca creciera, no era la imagen del cemí, sino el bosque cuya fertilidad favorecía el buen Baibrama” y también “...en tanto las correspondencias que se han señalado llevan a pensar que representan a Baibrama, el buen cemí que después de lavado con zumo de yuca, hizo que esta fuera como ahora lo es gorda y muy crecida».
De aquí parte nuestro análisis en cuanto a la función de este espíritu tutelar del principal alimento de los aborígenes y los epítetos por los cuales es nombrado, y nuestras primeras disquisiciones las realizamos desde el punto de vista lingüístico.
Arrom en sus notas al libro de Pané (1990:75-76) dice que Aiba y Buya (Bugia et Aiba) parecen epítetos más bien que el nombre del cemí y plantea que estos significaban feo y malo para lo que se basa en Brinton (1871:444) y Stradelli (1929:385, 625) bajo los términos tupí ayua y puxí. Refiere además en su nota 112 al libro de Pané que si banvay es el aruaco bahai bahü, ‘casa’, Baibrama tal vez pudiera haber sido un dios tutelar relacionado con el hogar.
En el Diccionario Warao-Castellano y Castellano-Warao de Basilio Barral (1979: 6,78) aparecen los vocablos siguientes con sus definiciones:

Aida: Crecer. Crecido. Grande//2. Grande (en sentido moral). Superior. Jefe.
Aida: El grande. El que es grande entre otros más pequeños.//2. El de más categoría. El Jefe. El Superior.
Aidamo: plur. de Aida, grande. Grandes. Los grandes. Los mayores. Los jefes.//2. Los antepasados. (Este nombre es además uno de los nombres que se le da al Ser Supremo de los guaraos, también nombrado Bare Aidamo, ‘Padre Supremo’).
Buya. paragoje de abuya: muerdo, muerdes.

En el libro de Edwards «A brief introduction to some aspects of the culture and language of Guayana Arawak (lokono) tribe”, aparece:

Aakwa: Hincharse, engrosarse, dilatarse, expandirse.
Buya: Alimentar, nutrir, dar de comer.

En el Diccionario de Lengua Guajira. Guajiro-Castellano, de Jusayü:

Ai: Yuca
Am, am-ud: Corazón, alma, espíritu
Aiuá: Ser querido, amado, estimado

Por último en Ceona Aybue son los antepasados.

Esta lista de términos procede en su totalidad de lenguas del tronco Arauco y warao que por su ubicación en el delta del Orinoco tuvieron amplia relacion con los aruacos, mientras que las utilizadas por Arrom en su libro pertenecen a la lengua tupí. En cuanto a la relación nombre-función, los elementos de la anterior serie se acercan más a la corroboración de la teoría de algunos autores que plantea que ante la inexistencia de nombres propios se toman objetos o conceptos que representan características personales o funcionales para definir al individuo en cuestión. En este mito los epítetos vistos desde una óptica lingüística aruaca, como los mencionados anteriormente, se corresponden más a su función de cemí de la yuca, de alimentar, de espíritu superior, otorgador del principal medio de subsistencia del grupo social, por tanto el cemí superior, el más grande. Añadiendo a esto que si bien las creencias aborígenes son simplistas, y que dentro de lo simple se encierra toda su lógica, es incongruente creer que el ser que garantiza el sustento de la tribu y al que se le venera por esto sea motejado de feo y malo, cierto es que castiga, pero sólo al que no realiza el proceso de elaboración de la yuca, lo cual sería su función reguladora y de tabú.
Baibrama como Mabuya, como lo define Guarch, contradice los criterios anteriores ya que como se expresa en varios estudios lingüísticos, entre ellos de de Arrom, el prefijo ma- indica negación o privativo y aún cuando el epíteto buya significara feo el término Mabuya se traducirla como su contrario u opuesto y este ser considerado por los cronistas como el Diablo, el Demonio, o Espíritu maligno de nuestros aborígenes, no era lindo, ni hermoso como sí lo representan otras creencias en el sentido de la belleza vinculada a la tentación. En las primitivas creencias, bello era lo que contribuía al bienestar del grupo y feo lo que conllevara a la destrucción, o la desgracia.
Otro aspecto interesante de este ser es su doble función como espíritu protector y héroe cultural, Baibrama, ídolo venerado por los primitivos, sujeto a un culto, también participa en el tiempo primigenio u originario y su función etiológica dentro de este es la de hacer la yuca “la que hoy es gorda y crecida”. Eliade (1988:25-26) plantea en su teoría que un número considerable de pueblos en sus tradiciones concernientes al origen de la actual condición humana existe un asesinato primordial (a él nos referiremos en el caso de Yayael); un ser divino se deja inmolar a fin de que los tubérculos (en este caso la yuca) o los árboles frutales pudiesen brotar, el mito de este cemí quemado en la guerra y que al frotársele con jugo de yuca recobra su condición inicial y cuya función es la de acrecentar los cultivos bien puede enmarcarse en este acontecimiento. Dice Eliade más adelante que «para todos estos pueblos paleocultivadores, lo esencial consiste en evocar periódicamente el acontecimiento primordial”, en este caso, como bien plantea Arrom, lo que realmente se quema con periodicidad, para el crecimiento de la yuca, es el bosque (técnica de roza) y no la imagen del cemí, aplicando así un antiguo método de fertilización del terreno en que se cultivará, además de realizar un regreso simbólico al tiempo originario, una rememoración, eje central de su vida religiosa donde se encierran los principios y paradigmas que rigen la conducta del grupo humano. La forma actual de la yuca se remonta al tiempo originario como resultado de un hecho violento sobre la persona de un espíritu que recobra su imagen al ser bañado en la savia vital de la planta a la que representa intercambiando poderes con ella. Compenetración entre rememoración y acto cultual, que no es muy común en los pueblos primitivos.
Los cemíes como ya planteamos son objeto de veneración y se encuentran estrechamente ligados a la vida cultual, aumentando sus poderes mágico-religiosos en detrimento de la actualidad religiosa del ser supremo de dicho culto. De ahí la importancia mitológica de la figura de Baibrama dentro de las creencias de nuestros aborígenes y la correcta interpretación del mito para la comprensión de los procesos etno-sociales.
BIBLIOGRAFÍA

CASSÁ, Roberto: Los indios de La Española. Universidad de Santo Domingo, Santo Domingo, República Dominicana, 1974.
GUARCH DELMONTE, José Manuel: El taíno de Cuba; ensayo de reconstrucción etnohistórica. Academia de Ciencias, La Habana, Cuba, 1978.
GUARCH DELMONTE, José Manuel y Alejandro Querejeta: Mitología aborigen de Cuba: deidades y personajes. Publicigraf, La Habana, Cuba, 1992.
JANSEN, Ad. E.: Mito y culto entre pueblos primitivos. Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
LÓPEZ-BARALT, Mercedes: El mito taíno; Leví-Strauss en las Antillas. 2da. edición, Huracán, Río de Piedras, Puerto Rico, 1985.
PANÉ, Ramón: Relación acerca de las antigüedades de los indios. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1990.

jueves, 17 de enero de 2008

RELACION ACERCA DE LAS ANTIGÜEDADES DE LOS INDIOS (Fray Ramón Pané)


Capítulo LXII

De algunas cosas que se vieron en la isla Española, y de las costumbres, ceremonias y religión de los indios

Habiéndose pacificado la gente de aquella isla, y tratando seguramente con los nuestros, túvose conocimiento de muchas cosas y secretos del país, especialmente dónde había minas de cobre, de zafiros, de ámbar y brasil, ébano, incienso, cedros, muchas gomas finas y especiería de varios géneros, aunque salvajes, que bien cultivadas podían llegar a perfección, como la canela fina de color, aunque amarga de sabor; jenjibre, pimienta, diversas especies de moreras para la seda, que todo el año tienen hojas, y muchos otros árboles y plantas útiles de que los nuestros no tenían conocimiento alguno. Supieron también los nuestros muchas noticias relativas a las costumbres de los indios, que me parecen dignas de referirlas, copiaré aqui las mismas palabras del Almirante como las dejó escritas: «Idolatría u otra secta no he podido averiguar en ellos, aunque todos sus reyes, que son muchos, tanto en la Española como en las demás islas, y en tierra firme, tienen una casa para cada uno, separada del pueblo, en la que no hay más que algunas imágenes de madera hechas en relieve, a las que llaman cemíes. En aquella casa no se trabaja para más efecto que para el servicio de los cerníes, con cierta ceremonia y oración que ellos hacen allí, como nosotros en las iglesias. En esta casa tienen una mesa bien labrada, de forma redonda, como un tajador, en la que hay algunos polvos que ellos ponen en la cabeza de dichos cerníes con cierta ceremonia; después, con una caña de dos ramos que se meten en la nariz, aspiran este polvo. Las palabras que dicen no las sabe ninguno de los nuestros. Con estos polvos se ponen fuera de tino, delirando como borrachos. Ponen un nombre a dicha estatua; yo creo que será el del padre, del abuelo o de los dos, porque tienen más de una, y otros más de diez, en memoria, como ya he dicho, de alguno de sus antecesores. He notado que alaban a una más que a otra, y he visto tener más devoción y hacer más reverencia a unas que a otras, como nosotros en las procesiones cuando es menester; y se alaban los caciques y los pueblos de tener mejor cemí, los unos, que los otros. Cuando van éstos a su cemí, y entran en la casa donde está, se guardan de los cristianos, y no les dejan entrar en ella, antes, si tienen sospecha de su venida, cogen el cemí o cemíes y los esconden en los bosques, por miedo de que se los quiten; aún es más de reír el que tengan la costumbre de robarse unos a otros el cemí. Sucedió en una ocasión que teniendo recelo de nosotros, entraron los cristianos con ellos en la dicha casa, y de súbito el cemí gritó fuerte y habló en su lengua, por lo que se descubrió que era fabricado con artificio, porque siendo hueco, tenía en la parte inferior acomodada una cervatana o trompa que iba a un lado oscuro de la casa, cubierto de follaje, donde había una persona que hablaba lo que el cacique quería que dijese, cuanto se puede hablar con una cervatana.

Por lo que los nuestros, sospechando lo que podía ser, dieron con el pie al cemí y hallaron lo que hemos contado. El cacique, viendo que habíamos descubierto aquello, les rogó con gran instancia que no dijesen cosa alguna a los indios sus vasallos, ni a otros, porque con aquella astucia tenían a todos a su obediencia. De esto podemos decir que hay algún color de idolatría, al menos en aquellos que no saben el secreto y el engaño de sus caciques, pues creen que el que habla es el cemí, y todos en general son engañados. Sólo el cacique es sabedor y encubridor de tan falsa credulidad, por medio de la cual saca de sus pueblos todos los tributos que quiere.

Igualmente, la mayor parte de los caciques tienen tres piedras, a las cuales, ellos y sus pueblos muestran gran devoción. La una, dicen que es buena para los cereales y las legumbres que han sembrado; la otra, para parir las mujeres sin dolor, y la tercera, para el agua y el sol, cuando hacen falta. Envié a Vuestra Alteza tres de estas piedras con Antonio de Torres, y otras tres las llevaré yo. Asimismo, cuando estos indios mueren, les hacen sus exequias de diversos modos; la manera de sepultar a sus caciques es la siguiente: abren el cadáver del cacique y lo secan al fuego para que se conserve entero; de los otros, solamente toman la cabeza; a otros los sepultan en una gruta y ponen encima de la cabeza pan y una calabaza llena de agua. Otros, los queman en la casa donde muere, y cuando los ven en el último extremo, antes de que mueran los estrangulan; esto se hace con los caciques. A unos los echan fuera de casa; a otros los echan en una hamaca que es un lecho de red, les ponen agua y pan al lado de la cabeza, los dejan solos y no vuelven a verlos más. Algunos, cuando están gravemente enfermos, los llevan al cacique; éste dice si deben estrangularlos o no, y hacen lo que manda. He trabajado mucho por saber lo que creen y saben acerca de dónde van los muertos, especialmente de Caonabó, que era el rey principal de la isla Española, hombre de edad, de gran saber y de agudísimo ingenio; éste y otros respondían que van a cierto valle, que cada cacique principal cree estar en su país, y afirman que allí encuentran a sus padres y a sus antecesores; que comen, tienen mujeres y se dan a placeres y solaces, como más copiosamente se contiene en la siguiente escritura, en la que yo encargué a cierto Fr. Ramón, que sabía la lengua de aquéllos, que recogiese todos sus ritos y sus antigüedades; aunque, son tantas las fábulas, que no se puede sacar algún provecho, sino que todos los indios tienen cierto natural respeto al futuro y creen en la inmortalidad de nuestras almas.

Relación de Fray Ramón acerca de las antigüedades de los indios, las cuales, con diligencia, como hombre que sabe el idioma de éstos, recogió por mandato del Almirante.

Yo, fray Ramón, pobre ermitaño de la Orden de San Jerónimo, por mandato del ilustre señor Almirante, Virrey y Gobernador de las islas y de la tierra firme de las Indias, escribo lo que he podido averiguar y saber acerca de las creencias e idolatría de los indios, y cómo veneran a sus dioses. De lo cual trataré en la presente relación.

Cada uno, al adorar los ídolos que tienen casa y les llaman cemíes, guarda un modo particular y superstición. Creen que hay en el Cielo un ser inmortal, que nadie puede verlo y que tiene madre, mas no tiene principio; a éste le llaman Yucahu Vagua Maorocoti y a su madre llaman Atabey, Apito y Zuimaco, que son cinco nombres. Estos de los que escribo son de la isla Española; porque de las demás islas no sé cosa alguna, pues no las he visto jamás. También saben de qué parte vinieron, y de dónde tuvieron origen el sol y la luna, cómo se hizo el mar y a dónde van los muertos. Creen que los muertos se aparecen por los caminos cuando alguno va solo; porque, cuando van muchos juntos, no se les presentan. Todo esto les han hecho creer sus antepasados; porque ellos no saben leer, ni contar sino hasta diez.





Capítulo I

De dónde proceden los indios y de qué manera

La isla Española tiene una provincia llamada Caonao en la que hay una montaña de nombre Cauta, y en ella dos grutas denominadas Cacibajagua y Amayauna. De Cacibajagua salió la mayor parte de la gente que pobló la isla. Cuando vivían en aquella gruta, ponían guardia de noche, y se encomendaba este cuidado a uno que se llamaba Mácocael, el cual, porque un día tardó en volver a la puerta, dicen que lo arrebató el sol. Viendo, pues, que el sol se había llevado a éste por su mala guardia, te cerraron la puerta y fue transformado en piedra cerca de la entrada. Dicen también que otros, habiendo ido a pescar, fueron cogidos por el sol, y se convirtieron en árboles llamados jobos, y de otro modo se llaman Mirobálanos. El motivo por el que Mácocael velaba y hacía la guardia era para ver a qué parte enviaría la gente o la repartiría, y no parece sino que tardó para su mayor mal.





Capítulo II

Cómo se separaron los hombres de las mujeres

Sucedió que uno, que se llamaba Guahayona, dijo a otro, de nombre Yahubaba, que fuese a coger una hierba llamada digo, con la que se limpian el cuerpo cuando van a bañarse. Este fue delante de ellos, más lo arrebató el sol en el camino y se convirtió en pájaro que canta por la mañana, como el ruiseñor, y se llama Yahubabayel. Guahayona, viendo que éste no volvía cuando lo envió a coger el digo, resolvió salir de la gruta Cacibajagua.





Capítulo III

Entonces, Guaguyona, indignado, resolvió marcharse, viendo que no volvían aquellos que había enviado a coger el digo para bañarse, y dijo a las mujeres: «dejad a vuestros maridos y vámonos a otras tierras y llevemos mucho güeyo. Dejad a vuestros hijos y llevemos solamente dicha hierba con nosotros, que después volveremos por ellos.»





Capítulo IV

Guahayona salió con todas las mujeres y anduvo buscando otros países, y llegó a Matininó, donde muy luego dejó a las mujeres y se fue a otra región llamada Guanín, y habían dejado a los hijos pequeños junto a un arroyo. Después, cuando el hambre empezó a molestarles, dicen que lloraban y llamaban a sus madres que se habían ido. Y los padres no podían dar consuelo a los hijos, que llamaban con hambre a sus madres, diciendo mamá, indudablemente para demandar la teta. Llorando así y pidiendo la teta, y diciendo "toa, toa", como quien demanda una cosa con gran deseo y mucho ahínco, fueron transformados en animalillos, a modo de ranas, que se llaman tona, por la petición que hacían de la teta; y de esta manera quedaron todos los hombres sin mujeres.





Capítulo V

Cómo volvieron después las mujeres a la isla llamada Española, que antes llevaba el nombre de Haití, y así la llaman los habitantes de ella; anteriormente, ésta y las otras islas se llamaban Bohío

Como los indios no tienen escritura ni letras, no pueden dar buena información de lo que saben acerca de sus antepasados, y por esto no concuerdan en lo que dicen, y menos se puede escribir ordenadamente lo que refieren.

Cuando se marchó Guahayona, aquel que se llevó todas las mujeres, también se fueron con él las de su cacique, llamado Anacacuya, engañándolo como engañó a los otros. También se fue un cuñado de Guahayona, llamado Anacacuya, que entró en el mar con él, y dijo Guahayona a su cuñado, estando en la canoa "mira qué hermoso cobo hay en el agua" el cobo es el caracol del mar. Cuando Anacacuya miraba el agua para el cobo, su cuñado Guahayona lo cogió por los pies y tirólo al mar; luego tomó todas las mujeres para sí, y las dejó en Matanino, donde hoy se dice que no hay más que hembras. El se fue a otra isla llamada Guanin, y se llamó así por lo que se llevó de ella cuando fue allí.



Capítulo VI

Cómo Guahayona volvió a la mencionada Cauta, de donde había antes sacado a las mujeres

Dicen que estando Guahayona en la tierra donde había ido, vio que había dejado en el mar una mujer, de lo que él recibió gran alegría, y muy luego buscó muchos lavatorios para limpiarse, por estar lleno de aquellas úlceras que nosotros llamamos mal francés. Fue puesto luego en una guanara, que quiere decir lugar apartado; y así, estando allí, curó de sus llagas. Después pidió permiso para seguir su camino y él se lo concedió. Llamábase esta mujer Guabonito. Y Guahayona cambió de nombre, llamándose en lo sucesivo Albeborael Guahayona. La dueña Guabonito dio a Albeborael Guahayona muchos guanines y muchas cibas, para que las llevara sujetas a los brazos, pues en aquel país las cibas son piedras que semejan mucho al mármol, y las llevan atadas a los brazos y al cuello. Y los guanines los llevan en las orejas, que se las agujerean cuando son pequeños, y son de metal casi como de florín. El origen de estos guanines dicen que fueron Guabonito, Albeborael Guahayona y el padre de Albeborael.

Guahayona se quedó en la tierra con su padre, llamado Hiuna. Su hijo de parte de padre se llamaba Hiaguaili Guanin, que quiere decir hijo de Hiauna; y desde entonces se llamó Guanin, y hoy lleva el mismo nombre. Como los indios no tienen letras ni escrituras, no saben contar bien estas fábulas, ni yo puedo escribirlas con exactitud. Por lo cual creo que pongo primeramente lo que debía ser lo último, y lo último lo que debía estar antes. Pero todo lo que escribo es según me lo contaron, y por tanto, yo lo refiero como lo supe de los indios.



Capítulo VII

Cómo hubo de nuevo mujeres en la isla de Haití, que ahora se llama la Española

Digo que un día fueron a bañarse los hombres, y estando en el agua, llovía recio, y sentían mucho deseo de tener mujeres; y muchas veces, cuando llovía, habían ido a buscar las huellas de sus mujeres; pero no podían encontrar alguna noticia de éstas. Mas aquel día, bañándose, dicen que vieron caer de algunos árboles, por medio de las ramas, cierta forma de personas que no eran ni hombres ni mujeres, pues no tenían sexo de varón ni de hembra, procuraron cogerlas, pero ellas se escurrían como si fuesen anguilas. Por esto llamaron a dos o tres hombres por mandato de su cacique, para que, pues ellos no podían cogerlas, esperasen cuantas eran, y buscasen para cada una un hombre que fuese Caracaracol, porque tenían las manos ásperas, y así las sujetarían fuertemente. Dijeron al cacique que había cuatro, y llevaron estos cuatro hombres que eran caracaracoles; caracaracol es una enfermedad como sarna, que hace al cuerpo muy áspero. Después que las hubieron cogido, deliberaron cómo podrían convertirlas en mujeres, pues no tenían sexo de varón ni de hembra.





Capítulo VIII

Cómo hallaron medio de que fuesen mujeres

Buscaron un pájaro que se llama inriri, y antiguamente inrire cahubabayael que agujerea los árboles, y en nuestro idioma se llama pico. Juntamente tomaron aquellas personas sin sexo de varón ni de hembra, les ataron los pies y las manos, cogieron el ave mencionada, y se la ataron al cuerpo; el pico, creyendo que aquéllas eran maderos, comenzó la obra que acostumbra, picando y agujereando en el lugar donde ordinariamente suele estar la naturaleza de las mujeres. De este modo dicen los indios que tuvieron mujeres, según contaban los muy viejos. Como yo escribí con presura, y no tenía papel bastante, no podré poner en un lugar lo que por error llevé a otro; pero con todo ello no me he equivocado, porque ellos lo creen todo como lo llevo escrito. Volvamos ahora a lo que habíamos de colocar antes, esto es, acerca de la opinión de los indios en punto al origen y principio del mar.





Capítulo IX

Cómo cuentan que fue hecho el mar

Hubo un hombre llamado Yaya, del que no saben su nombre; el hijo de éste llamábase Yayael, que quiere decir hijo de Yaya. Queriendo Yayael matar a su padre, éste lo desterró, y así estuvo ausente cuatro meses; después, su padre lo mató, puso los huesos en una calabaza y la colgó en el techo de su casa, donde estuvo pendiente algún tiempo. Sucedió que un día, con deseo de ver a su hijo, Yaya dijo a su mujer: «quiero ver a nuestro hijo Yayael». Ella se alegró con esto, y tomando la calabaza, la volcó para ver los huesos de su hijo. De ella salieron muchos peces grandes y pequeños; por lo que viendo que aquellos huesos se habían transformado en peces resolvió comérselos.

Dicen que un día, habiendo ido Yaya a sus conucos, que quiere decir posesiones, que eran de una herencia, llegaron cuatro hijos de una mujer llamada Itiba Cahubaba, todos de un vientre y gemelos; pues esta mujer, habiendo muerto de parto, la abrieron y la sacaron los cuatro dichos hijos. El primero que extranjeron fue Caracaracol, que quiere decir sarnoso, Caracaracol fue llamado; los otros no tenían nombre.






Capítulo X

Cómo los cuatro hijos gemelos de Itiba Cahubaba, que murió de parto, fueron juntos a coger la calabaza de Yaya, donde estaba su hijo Yayael, que se había convertido en peces, y ninguno se atrevió a tomarla sino Deminán Caracaracol, que la descolgó, y todos se hartaron de peces

Mientras comían, sintieron que venía Yaya de sus posesiones, y queriendo en aquel apuro colgar la calabaza, no la colgaron bien, de modo que cayó en tierra y se rompió. Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza, que llenó toda la tierra, y con ella salieron muchos peces. Entonces dicen que tuvo origen el mar. Salidos después de allí, hallaron un hombre al que llamaron Conel, que era mudo.





Capítulo XI

De lo que aconteció a los cuatro hermanos cuando iban huyendo de Yaya

Estos, tan luego como llegaron a la puerta de Bayamanaco y notaron que llevaba cabeza, dijeron: «Ahiacabo Guarocoel, que quiere decir: conozcamos a nuestro abuelo». Entonces, Deminán Caracaracol, viendo delante a sus hermanos, entró a su casa para ver si podía hallar algún cazabe, que es el pan que se come en aquel país. Caracaracol, entrando en casa de Bayamanaco, le pidió cazabe, que es el mencionado pan. Este se puso la mano en la nariz, y le echó en la espalda un guangayo lleno de cohoba, que había mandado hacer aquel día; la cohoba es cierto polvo que ellos toman algunas veces para purgarse y para otros efectos que después se dirán. Toman ésta con una caña de medio brazo de larga; ponen un extremo en la nariz y otro en aquel polvo; y así lo aspiran por la nariz y les hace purgar grandemente. De este modo les dio por pan aquel guangayo, en vez del pan que hacía; y se fue muy indignado porque se lo habían pedido... Caracaracol, después de esto, volvió a sus hermanos y les contó lo que le había sucedido con Bayamanacoel, y cómo te había echado un guangayo en la espalda, la que le dolía fuertemente. Entonces, sus hermanos le miraron la espalda, y vieron que la tenía muy hinchada; creció tanto aquella hinchazón, que estuvo a punto de morir, por lo que procuraron cortarla, y no pudieron; mas tomando una hacha de piedra se la abrieron y salió fuera una tortuga viva, hembra; entonces edificaron una casa y llevaron a ella la tortuga. De esto yo no he sabido más; poco vale lo que llevo escrito.

Dicen también que el sol y la luna salieron de una gruta, que está en el país de un cacique llamado Mautia-TeNuel, a cuya gruta, que llaman Iguanaboina, la veneran mucho, y la tienen toda pintada a su modo, sin alguna figura humana, pero con muchos follajes, y otras cosas semejantes. En aquella gruta había dos cemíes, hechos de piedra, pequeños, del tamaño de medio brazo, con las manos atadas, y en actitud de sudar; cuyos cemíes estiman ellos mucho, y cuando no llovía, dicen que entraban allí a vi sitarlos y de repente venía la lluvia. De estos cemíes, a uno llamaban Boinayel y al otro Márohu.





Capítulo XII

De lo que piensan acerca de andar vagando los muertos; cómo son éstos y lo que hacen

Creen que hay un lugar al que van los muertos,, que se llama Coaibai, que está en un extremo de la isla, llamado Soraya. El primero que estuvo en el Coaibai dicen que fue uno llamado Maquetaurie Guayaba, que era señor del Coaibai, casa y habitación de los muertos.





Capítulo XIII

Del aspecto que dicen tener los muertos

Dicen que durante el día los muertos están recluídos; por la noche van a recreo, y comen cierto fruto que se llama guayaba, que tiene sabor de..., que de día están... A la noche se convierten en fruta, tienen su recreo, y van juntamente con los vivos. Para conocer los muertos tienen esta manera: que con la mano les tocan el vientre, y si no les encuentran el ombligo dicen que es operito, que quiere decir muerto, pues dicen que los muertos no tienen ombligo. Y así se engañan algunas veces, porque no reparando en esto, yacen con alguna mujer de las del Coaibai, y cuando piensan abrazarlas, no tienen nada, porque desaparece de repente. Tal es lo que creen hasta hoy acerca de esto. Mientras vive una persona llaman al alma goeiza, y después de muerta, la denominan opía; la goeiza dicen que se aparece muchas veces, ya en forma de hombre o ya de mujer, y afirman que ha habido hombre que se atrevió a pelear con una goeiza, y queriendo abrazarla, desaparecía y el hombre metía los brazos más allá sobre algunos árboles, de tos cuales quedaba colgado. Esto lo creen todos en general, lo mismo los pequeños que los mayores; y también que se les aparecen los muertos en forma de padre, de madre, de hermanos, de parientes, o de otras formas. El fruto del que dicen alimentarse los muertos es del tamaño de un membrillo. Los muertos no se les aparecen de día, sino siempre de noche; y por ello no sin gran miedo se atreve algún indio a ir solo de noche.





Capítulo XIV

De dónde procede esto, y lo que les hace estar en tal creencia

Hay algunos hombres que practican entre ellos, llamados behiques, los cuales hacen muchos engaños, como más adelante diremos, para hacerles creer que hablan con los muertos, y por esto saben todos los hechos y los secretos de los indios; y cuando están enfermos les quitan la causa del mal, y así los engañan; como yo lo tengo visto en parte con mis ojos, bien que de las otras cosas conté solamente lo que había oído a muchos, especialmente a los principales, con los cuales he tratado más que con otros; pues éstos creen en tales fábulas con mayor certidumbre que los otros, porque, lo mismo que los moros, tienen su ley expuesta en canciones antiguas, por las que se gobiernan, igualmente que los moros por la escritura. Cuando quieren cantar sus canciones, tañen cierto instrumento que se llama mayohavao, que es de madera, hueco, fuerte y muy delgado, de un brazo de largo, y medio de ancho. La parte de donde se toca tiene la forma de tenazas de herrador, y el otro lado semejante a una maza, de modo que parece una calabaza con el cuello largo. Este instrumento que ellos tañen hace tanto ruido que se oye a distancia de una legua y media. Al son de éste cantan sus canciones, que las saben de memoria; lo tocan los hombres principales, que aprenden a manejarlo desde niños, y a cantar según su costumbre. Pasemos ahora a tratar de otras muchas cosas acerca de las ceremonias y costumbres de estos gentiles.





Capítulo XV

De las observaciones de estos indios behiques, y cómo profesan la medicina, y enseñan a los indios, y en sus curas medicinales muchas veces se engañan

Todos, o la mayor parte de los indios de la isla Española, tienen muchos cemíes de diversos géneros. Unos contienen los huesos de su padre, de su madre, de los parientes, y de otros sus antepasados; los cuales están hechos de piedra o de madera. Y de ambas clases poseen muchos. Hay algunos que hablan; otros que hacen nacer las cosas de comer; otros que hacen llover, y otros que hacen soplar los vientos. Todo lo cual creen aquellos simples ignorantes que lo hacen los ídolos, o por hablar más propiamente, el demonio, pues no tienen conocimiento de nuestra Santa Fe. Cuando alguno está enfermo, le llevan el behique, que es el médico. Este es obligado a guardar dieta, lo mismo que el doliente, y a poner cara de enfermo, lo cual se hace así para lo que ahora sabréis. Es preciso que el médico se purgue también como el enfermo; y para purgarse toma cierto polvo, llamado cohoba, aspirándolo por la nariz, el cual les embriaga de tal modo que luego no saben lo que se hacen; y así dicen muchas cosas fuera de juicio, afirmando que hablan con los cemíes, y que éstos les han dicho de dónde provino la enfermedad

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Capítulo XVI

De lo que hacen dichos behiques

Cuando van a visitar a algún enfermo, antes que salgan de su casa toman hollín de los pucheros o carbón molido, y con él se ponen negra toda la cara, para hacer creer al enfermo lo que quieran acerca de su dolencia. Luego toman algunos huesecillos y un poco de carne, y envolviendo todo aquello en algo para que no se caiga, se lo meten en la boca, estando ya el enfermo purgado con el polvo que hemos dicho. Entrado el médico en casa del doliente, se sienta, y todos callan; si allí hay niños los echan fuera, para que no impidan su oficio al behique, no quedando en la casa sino uno o dos de los más principales. Estando ya solos, toman algunas matas del güeyo, anchas, y otra hierba, envuelta en una hoja de cebolla, media cuarta de larga; y una de los dichos güeyos es la que toman todos comúnmente, y trituradas con la mano las amasan, y luego se la ponen en la boca para vomitar aquello que han comido, a fin de que no les haga daño. Entonces comienzan a entonar el canto mencionado; y tomando una antorcha beben aquel jugo. Hecho esto lo primero, después de poco tiempo se levanta el behique, va hacia el enfermo, que está solo en medio de la casa, como se ha dicho, le da dos vueltas, como le parece; luego se lo pone delante, le toma por las piernas, le palpa los muslos y de allí hasta los pies; después tira de él fuertemente, como si quisiera arrancar alguna cosa; va a la puerta de la casa, la cierra, y habla diciendo: «Vete luego a la montaña, o al mar, o donde quieras»; y da un soplo, como si despidiese una paja; vuelve de nuevo, junta las manos, cierra la boca; le tiemblan aquéllas como si tuviese frío; se las sopla; aspira el resuello, como cuando chupa la médula del hueso, y sorbe al enfermo por el cuello, el estómago, la espalda, las mejillas, el pecho, el vientre o por otras partes del cuerpo. Hecho esto, comienza a toser, y a poner mala cara, como si hubiese comido alguna cosa amarga, escupe en la mano y saca lo que ya hemos referido que se puso en la boca en su casa o por el camino, sea piedra, o hueso, o carne, como ya es dicho. Si es cosa de comer dice al enfermo: «Has de saber que tú has comido una cosa que te ha producido el mal que padeces; mira cómo te lo he sacado del cuerpo, donde tu cemí te lo había puesto porque no le hiciste oración, o no le fabricaste algún templo, o no le diste alguna heredad.» Si es piedra dice: «Guárdala muy bien.» Algunas veces, por estar ciertos de que estas piedras son buenas y ayudan a parir a las mujeres, las tienen muy custodiadas, y envueltas en algodón, las ponen en cestillas, y les dan de comer lo mismo que a ellos; igualmente hacen con los cemíes que tienen en casa. Si algún día solemne llevan mucho de comer, ya sean peces, carne, pan o cualquier otra cosa, ponen todo en la casa del cemí, para que coma de ello el ídolo. Al día siguiente llevan toda esta provisión a sus casas, después que ha comido el cemí. Y así les ayude Dios, como el cemí come de aquello, ni de otra cosa, porque el cemí es obra muerta, hecha de piedra o de madera.





Capítulo XVII

Cómo se engañan a veces estos médicos

Cuando después de haber hecho las cosas mencionadas, sin embargo el enfermo llega a morir, si el muerto tiene muchos parientes, o es señor de un pueblo y puede hacer frente a dicho behique, que quiere decir médico, pues los que poco pueden no se atreven a disputar con estos médicos, aquel que le quiere dañar hace lo siguiente: Queriendo saber si el enfermo ha muerto por culpa del médico, o porque no guardó la dieta como éste le ordenó, toman una hierba que se llama güeyo, que tiene las hojas semejantes a la albahaca, gruesa y larga, por otro nombre llamada zacón. Sacan el jugo de la hoja, cortan al muerto las uñas y los cabellos que tiene encima de la frente, los reducen a polvo entre dos piedras, mezclan esto con el jugo de dicha hierba y lo dan a beber al muerto por la boca, o por la nariz, y haciendo esto preguntan al muerto si el médico fue ocasión de su muerte, y si observó la dieta. Esto se lo demandan muchas veces hasta que al fin habla tan claramente como si fuese vivo; de modo que viene a responder todo :aquello que se le pedía, diciendo que el behique no observó dieta, y fue ocasión entonces de su muerte; añaden que le pregunta el médico si está vivo, y cómo habla tan claramente; él responde que está muerto. Después que han sabido lo que querían, lo vuelven al sepulcro de donde lo sacaron para saber de él lo que hemos dicho. Hacen también de otro modo las mencionadas ceremonias para saber lo que quieren; toman al muerto; encienden una gran hoguera semejante a la de los carboneros al hacer carbón, y cuando los leños se han convertido en ascuas, echan el muerto en aquel fuego, lo cubren de tierra, como el carbonero cubre el carbón, y allí lo dejan cuanto quieren; estando así, le preguntan, como ya hemos dicho en el otro caso; el muerto responde que nada sabe; se lo interrogan diez veces, y en adelante ya no habla más. Le preguntan si está muerto, pero él no habla más que estas diez veces.





Capítulo XVIII

Cómo los parientes del muerto se vengan cuando han tenido respuesta por medio del hechizo de las bebidas

Júntanse un día los parientes del muerto, esperan al mencionado behique, y le dan tantos palos que le rompen las piernas, los brazos y la cabeza, de modo que lo muelen; y dejándolo así, creen haberlo matado. A la noche dicen que van muchas sierpes de diversas clases, blancas, negras, verdes y de otros muchos colores, las cuales lamen la cara y todo el cuerpo del médico que dejaron por muerto, como hemos dicho. Este permanece así dos o tres noches; en este tiempo, dicen que los huesos de las piernas y de los brazos tornan a unirse y se sueldan, de modo que se levanta, camina despacio y se vuelve a su casa; quienes lo ven le interrogan diciendo: «¿no estabas muerto?»; pero él responde que los cemíes fueron en su auxilio en forma de culebras. Los familiares del muerto, muy airados, como creían haber vengado la muerte de su pariente, viéndolo vivo se desesperan, y procuran tenerle a mano para matarlo; si lo pueden coger otra vez, le sacan los ojos y le rompen los testículos, porque dicen que ninguno de estos médicos puede morir a palos y golpes, por muchos que reciba, si antes no le arrancan los testículos.

Cómo saben lo que quieren, por el que queman, y cómo cumplen su venganza.

Cuando descubren el fuego, el humo que se levanta sube hacia arriba hasta que lo pierden de vista, y hace ruido al salir del horno; vuelve luego abajo, entra en casa del médico behique, y éste, de repente, en aquel instante enferma si no observó la dieta, se llena de úlceras y se le pela todo el cuerpo; así tienen prueba de que no ha guardado la dieta, y por ello murió el enfermo. Por lo cual procuran matarlo, según hemos dicho del otro. Estas son las hechicerías que suelen hacer.





Capítulo XIX

Cómo hacen y guardan los cemíes de madera o de piedra

Los de madera se hacen de la siguiente manera: Cuando alguno va de camino y le parece ver algún árbol que se mueve hasta la raíz, aquel hombre se detiene asustado y le pregunta quién es. El árbol responde: «Trae aquí un behique; él te dirá quién soy.» Aquel hombre, llegado al médico, le dice lo que ha visto. El hechicero o brujo va luego a ver el árbol de que el otro le habló, se sienta junto a él, y hace la cohoba, como arriba hemos dicho en la historia de los cuatro hermanos. Hecha la cohoba, se levanta y le dice todos sus títulos como si fueran de un gran señor, y le dice: «Dime quién eres, qué haces aquí, qué quieres de mí y por qué me has hecho llamar; dime si quieres que te corte, o si quieres venir conmigo, y cómo quieres que te lleve; yo te construiré una casa con una heredad.» Entonces, aquel árbol o cemí, hecho ídolo o diablo, le responde diciendo la forma en que quiere que lo haga. El brujo lo corta y lo hace del modo que se le ha ordenado; le edifica su casa con una posesión, y muchas veces al año le hace la cohoba, cuya cohoba es para tributarle oración, para complacerle, para saber del cemí algunas cosas malas o buenas, y también para pedirle riquezas. Cuando quieren saber si alcanzarán victoria contra sus enemigos, entran en una casa en la que no penetra nadie sino los hombres principales; su señor es el primero que comienza a hacer la cohoba y toca un instrumento. Mientras éste hace la cohoba ninguno de los que están en su compañía habla hasta que éste ha concluido. Después que acaba su discurso, está algún tiempo con la cabeza baja, y los brazos encima de las rodillas; luego alza la cabeza mirando al cielo y habla. Entonces todos contestan a un tiempo con voz alta; y luego que han hablado todos para darle gracias, les cuenta la visión que tuvo embriagado con la cohoba que tomó por la nariz y le subió a la cabeza. Dice haber hablado con los cemíes, y que los indios conseguirán victoria, que sus enemigos huirán; que habrá una gran mortandad, guerras, hambres u otras cosas tales, según él, que está borracho, quiere decir. Júzguese cómo tendrán el cerebro, pues dicen que han visto las casas con los cimientos hacia arriba, y que los hombres caminan con los pies mirando al cielo. Esta cohoba se la hacen no solamente a los cemíes de piedra y de madera, mas también a los cuerpos de los muertos, según arriba hemos dicho.

Los cemíes de piedra son de diversas hechuras; algunos hay que suponen sacados por los médicos del cuerpo de los enfermos; de éstos guardan aquellos que son mejores para el parto de mujeres preñadas. Hay otros que hablan, los cuales son de figura de un grande nabo con las hojas extendidas por tierra, y largas como las de alcaparras. Estas hojas se parecen generalmente a las del olmo; otras, tienen tres puntas y creen que ayudan a nacer la yuca; su raíz es semejante al rábano; la hoja tiene generalmente seis o siete puntas; no sé a qué cosa compararla, porque no he visto alguna que se le parezca en España ni en otro país. El tallo de la yuca es de la altura de un hombre. Digamos ahora de la fe que tienen en lo que se refiere a sus ídolos y cemies, y de los grandes engaños que de éstos reciben.





Capítulo XX

Del cemí Buya y Aiba, del que dicen que cuando hubo guerras lo quemaron, y después, lavándolo con el jugo de la yuca, le crecieron los brazos, le nacieron de nuevo los ojos y creció de cuerpo

La yuca era pequeña, y la lavaron con el agua y el jugo mencionado para que fuese grande. Afirman que da enfermedades a quienes han hecho este cemí, por no haberle llevado yuca para comer. Este cemí era llamado Baibrama, Cuando alguno enfermaba, llamaban al behique y le preguntaban de qué procedería su dolencia; éste respondía que Baibrama se la había enviado, porque no les envió de comer a los que tenían cuidado de su casa. Esto decía el behique que lo había revelado el cemí Baibrama.



Capítulo XXI

Del cemí de Guamorete

Dicen que cuando hicieron la casa de Guamorete, que era un hombre principal, pusieron allí un cemí que tenía encima de aquélla, y era llamado Corocote. Y una vez que tuvieron guerra entre ellos, los enemigos de Guamorete quemaron la casa en que estaba dicho cemí Corocote. Después, dicen que éste se levantó y se fue a distancia de un tiro de ballesta, junto al agua. Añaden que cuando estaba encima de la casa, bajaba de noche y yacía con las mujeres, y que después de morir Guamorete dicho cemí se fue a la casa de otro cacique, donde también allí dormía con las mujeres. Dicen además que en la cabeza le nacieron dos coronas, por lo que solía decirse: «Pues tiene dos coronas, ciertamente es hijo de Corocote.» Así lo tenían por muy cierto. Este cemí lo tuvo luego otro cacique de nombre Guatabanex, cuyo pueblo era llamado Jacagua.





Capítulo XXII

De otro cemí que se llamaba Opiyelguobiran, que lo tenía un hombre principal de nombre Sababaniobabas, que tenía muchos vasallos a su mando

Del cemí Opiyelguobiran dicen que tiene cuatro pies como de perro; es de madera; muchas veces, por la noche salía de casa y se escondía en la selva, donde iban a buscarle, y vuelto a casa lo ataban con cuerdas, pero él se volvía al bosque. Cuando los cristianos llegaron a la isla Española dicen que éste huyó y se fue a una laguna; que lo siguieron por sus huellas, pero no lo vieron más, ni saben nada de él. Como lo compré así lo vendo.



Capítulo XXIII

De otro cemí llamado Guabancex

El cemí Guabancex estaba en el país de un gran cacique de los principales, que se llamaba Aumatex; este cemí es mujer, y dicen que hay otros dos en su compañía; el uno es pregonero, y el otro recogedor y gobernador de las aguas. Cuando Guabancex se encoleriza, dicen que hace correr el viento y el agua, echa por tierra todas las casas y arranca los árboles; este cemí dicen que es mujer, y está hecho de piedra de aquel país; los otros dos cemíes que están en su compañía son dichos el uno Guataúba, y es pregonero y heraldo, que por mandato de Guabancex ordena que todos los otros cemíes de aquella provincia ayuden. a que haga viento y caiga lluvia. El otro se llama Coatrisquie, y de éste dicen que recoge las aguas en los valles entre las montañas, y después las deja correr para que destruyan el país. Así lo tienen por cierto.





Capítulo XXIV

Lo que creen de otro cemí que se llama Baraguabael

Este cemí pertenece a un cacique principal de la isla Española; es ídolo y se le dan distintos nombres; fue hallado de la siguiente manera: Dícese que un día, antes que 1,a isla fuese descubierta, en el tiempo pasado, no saben cuándo, yendo de caza hallaron cierto animal tras del que corrieron y él se arrojó a una fosa; mirando en ésta vieron un madera que parecía cosa viva; el cazador, notando esto, fue a su señor, que era cacique y padre de Guaraiconel, y le dijo lo que había observado. Luego fueron allá y vieron que aquello era como el cazador decía, por lo que cogido aquel tronco le edificaron una casa. Dicen que el cemí salía de aquella casa varias veces y se iba al paraje de donde le habían traído, pero no en el mismo lugar sino cerca; por esto, el mencionado señor, o su hijo Guaraionel, lo mandaron buscar y lo hallaron escondido; lo ataron de nuevo y lo pusieron en un saco. Sin embargo de esto, andaba atado, lo mismo que antes. Así lo tiene por cierto aquella gente ignorante.




Capítulo XXV

De las cosas que afirman haber dicho dos caciques principales de la isla Española; uno de ellos cacibaquel, padre del mencionado Guarionex; el otro Guamanacoel

El gran Señor que dicen morar en el cielo, según está escrito en el principio de este libro, mandó a Caicihu hacer el ayuno que observan comúnmente todos ellos, para lo que están recluidos seis o siete días sin comer cosa alguna, excepto jugos de las hierbas con que se lavan. Acabado este tiempo, comienzan a comer algunas cosas que les dan sustento. En el tiempo que están sin comer, por la debilidad que sienten en el cuerpo y en la cabeza, dicen que han visto algunas cosas, quizá por ellos anheladas, pues todos hacen aquel ayuno en honor de los cemíes que tienen, para saber si alcanzarán victoria de sus enemigos, por adquirir riquezas o por cualquier otra cosa que desean. Dicen que este cacique afirmó haber hablado con Yucahuguamá, quien le había anunciado que, cuantos viviesen después de su muerte, gozarían poco de su dominio, porque llegaría al país una gente vestida que les dominaría y mataría, y se morirían de hambre. Pero ellos pensaron que éstos serían los caníbales; mas luego, considerando que éstos no hacían sino robar y marcharse, creyeron que sería otra gente aquella de la que el cemí hablaba. Por eso creen ahora ser el Almirante y los hombres que llevó consigo. Ahora referiré lo que yo he visto y pasado cuando yo y otros hermanos íbamos a ir a Castilla; yo fray Ramón, pobre ermitaño, me quedé y fui a la Magdalena, a una fortaleza que mandó construir don Cristóbal Colón, Almirante, Virrey y Gobernador de las islas y tierra firme de las Indias, por mandato del Rey D. Fernando y de la Reina doña Isabel nuestros señores. Estando yo en aquella fortaleza en compañía de Arteaga, su capitán, por mandado del mencionado Gobernador D. Cristóbal Colón, quiso Dios iluminar con la luz de la Santa Fe católica toda una casa de la gente principal de la fortaleza de la Magdalena, cuya provincia se llamaba Marcorix, y el señor de ella Guanaóboconel, que quiere decir hijo de Guanáobocon. En dicha casa estaban sus servidores y favoritos, que son llamados naborias, y eran en total diez y seis personas, todos parientes, entre los cuales había cinco hermanos varones. De éstos, uno murió, y los otros cuatro recibieron el agua del santo bautismo. Creo que murieron mártires, por lo que se vio en su perseverancia y su muerte. El primero que recibió la muerte estando bautizado fue un indio llamado Guatícaba, que después recibió el nombre de Juan. Este fue el primer cristiano que sufrió muerte cruel, y tengo por cierto que la tuvo de mártir, porque, según he oído de algunos que estuvieron cuando murió, decía: Dios naboria daca, Dios naboria daca, que quiere decir «yo soy siervo de Dios». Así murió también su hermano Antón, y con éste otro, diciendo lo mismo que aquél. Los de esta casa siempre estuvieron conformes en hacer cuanto me agradaba. Todos los que quedaron vivos y aún viven hoy son cristianos por obra del mencionado D. Cristóbal Colón, Virrey y Gobernador de las Indias; ahora hay muchos más cristianos por la gracia de Dios.

Diremos ahora lo que sucedió en la fortaleza de la Magdalena. Hallándome en la mencionada Magdalena, fue el señor Almirante en socorro de Arteaga y de algunos cristianos asediados por sus enemigos, vasallos de un cacique principal llamado Caonabó. Entonces el señor Almirante me dijo que Macorix, provincia de la Magdalena, tenía lengua distinta de la otra, y que no era usado su idioma en toda la isla; por lo que yo, me fuese a vivir con otro cacique principal, de nombre Guarionex, señor de muchos vasallos, pues la lengua de éste se entendía por todo el país. Así, por su mandato, me fui a vivir con el dicho Guarionex. Verdad es que dije al señor Gobernador don Cristóbal Colón: «Señor, ¿cómo quiere Vuestra Señoría que yo vaya a estar con Guarionex, no sabiendo más lengua que la de Macorix? Déme Vuestra Señoría licencia para que venga conmigo alguno de los del Nuhuirey, que después fueron cristianos y sabían las dos lenguas.» Me lo concedió y dijo que llevase a quien quisiera. Dios, por su bondad, me dio por compañía el mejor de los indios, el más experto en la santa Fe católica; después me lo quitó; alabado sea Dios que me lo dio y luego me lo arrebató. Verdaderamente yo lo tenía por buen hijo y hermano; era éste Guaticabanu, que después fue cristiano y se llamó Juan. De las cosas que allí nos acontecieron, yo, pobre ermitaño, diré alguna; cómo salimos yo y Guaticabanu, fuimos a la Isabela y allí esperamos al señor Almirante hasta que volvió del socorro que dio a la Magdalena; tan pronto como llegó, nosotros nos fuimos adonde el señor Gobernador nos había mandado, en compañía de uno que se llamaba Juan de Ayala, que tuvo a su cargo una fortaleza que dicho Gobernador don Cristóbal Colón hizo fabricar, media legua del lugar donde nosotros habíamos de residir. El señor Almirante mandó a dicho Juan de Ayala que nos diese de comer de todo lo que había en la fortaleza, que es llamada la Concepción, Estuvimos con aquel cacique Guarionex casi dos años, enseñándole siempre nuestra Santa Fe y las costumbres de los cristianos. Al principio mostró buen deseo, y dio esperanza de que haría cuanto nosotros quisiésemos, y de ser cristiano, pues decía que le enseñásemos el Padrenuestro, el Ave María, el Credo y todas las otras oraciones y cosas que son propias de un cristiano. Aprendió el Pater noster, el Ave María y el Credo; lo mismo hicieron muchos de su casa; todas las mañanas decía sus oraciones y hacía que las rezasen dos veces los de su casa. Pero después se enojó y abandonó su buen propósito, por culpa de otros principales de aquel país, los cuales le reprendían porque obedecía la ley cristiana, siendo así que los cristianos eran crueles y se habían apoderado de sus tierras por la fuerza. Por esto le aconsejaban que no se ocupase más en las cosas de los cristianos, sino de concertarse y conjurarse para matarlos, porque no podían contentarlos, y habían resuelto no seguir en algún modo sus costumbres. Por esto se apartó de su buen propósito, y nosotros, viendo que se separaba y dejaba lo que le habíamos enseñado, resolvimos marcharnos e ir donde se pudiese hacer más fruto, enseñando a los indios y doctrinándolos en las cosas de la santa fe. Así que nos fuimos a otro cacique principal, que mostraba buena voluntad, diciendo que quería ser cristiano, el cual se llamaba Mabiatué.

Cómo salimos para ir al país de Mabiatué, yo, fray Ramón Pané, pobre ermitaño, fray Juan de Borgoña, de la Orden de San Francisco, y Juan Mateo, el primero que recibió el agua del santo bautismo en la isla Española

Al día siguiente que salimos del pueblo y morada de Guarionex, para ir a otro cacique llamado Mabiatué, la gente de Guarionex edificaba una casa junto a la de oración; en ésta habíamos dejado algunas imágenes, ante las cuales se arrodillaban y rezaban los catecúmenos, que eran la madre, los hermanos y los parientes del mencionado Juan Mateo, el primer cristiano, a los que se agregaron otros siete; después, todos los de su casa se hicieron cristianos y perseveraron en su buen propósito según nuestra fe; de modo que toda la familia quedaba para guardar la casa de oración y algunas posesiones que yo había labrado o hecho labrar. Habiendo quedado en custodia de dicha casa, el segundo día después que nos fuimos a Mabiatué, llegaron seis hombres a la casa de oración que dichos catecúmenos, en número de siete, tenían bajo su custodia, y por mandato de Guarionex, les dijeron que tomasen aquellas imágenes que yo les había dejado en su poder a los catecúmenos, y las rompiesen y destrozasen, pues fray Ramón y sus compañeros se habían marchado y no sabrían los autores de esto. Los seis criados de Guarionex que fueron allí, encontraron a los seis muchachos que custodiaban la casa de oración, temiendo lo que después sucedió; los muchachos, advertidos, se opusieron a que entraran, mas ellos penetraron a la fuerza, tomaron las imágenes y se las llevaron.





Capítulo XXVI

De lo que aconteció con las imágenes, y del milagro que Dios hizo para mostrar su poder

Salidos los indios de la casa de oración, tiraron las imágenes al suelo, las cubrieron con tierra y después orinaron encima diciendo: «Ahora serán buenos y grandes tus frutos»; esto lo decían por haberlas sepultado en un campo de labor, y, por tanto, sería bueno el fruto que allí se había plantado; todo ello, por vituperio. Visto lo referido por los muchachos que guardaban la casa de oración por mandato de los mencionados catecúmenos, fueron a los mayores, que estaban en sus posesiones, y les contaron cómo la gente de Guarionex habían destrozado y escarnecido las imágenes. Tan luego como lo supieron, dejaron lo que hacían, y corrieron gritando a decírselo a D. Bartolomé Colón, que tenía el gobierno por el Almirante, su hermano, cuando éste fue a Castilla. D. Bartolomé, como lugarteniente del Virrey y Gobernador de las islas, formó proceso contra los malhechores, y, sabida la verdad, los hizo quemar públicamente. No obstante Guarionex y sus vasallos no se apartaron del mal propósito que tenían de matar a los cristianos en cierto día designado para que llevasen el tributo de oro que pagaban. Pero tal conjuración fue descubierta, y luego apresados el mismo día que se proponían llevarla a efecto, Sin embargo, continuando en su perverso designio, lleváronlo a ejecución, y mataron a cuatro hombres y a Juan Mateo, escribano mayor, y a su hermano Antón, que habían recibido el santo bautismo; luego corrieron adonde estaban escondidas las imágenes y las tiraron hechas pedazos. Pasados algunos días, el señor de aquel campo fue a sacar ajes, que son ciertas raíces semejantes a nabos, y otras parecidas a rábanos, en el lugar donde estaban las imágenes enterradas habían nacido dos o tres ajes, como si los hubiesen puesto el uno por medio del otro, en forma de cruz. No era posible que alguien encontrase tal cruz, y sin embargo la halló la madre de Guarionex, la mujer más mala que he conocido en aquellas tierras, la cual juzgó que esto era un gran milagro, y dijo al alcaide de la fortaleza de la Concepción: «Este prodigio ha mostrado Dios donde fueron halladas las imágenes. Dios sabe para qué.»

Digamos ahora cómo se hicieron cristianos los primeros que recibieron el santo bautismo, y lo que es necesario para que se hagan todos cristianos.

Verdaderamente la isla necesita mucha gente para castigar a los señores cuando no son dignos; enseñar a los indios las cosas de la santa fe católica y doctrinarlos en ésta, porque no pueden o no saben oponerse; yo puedo decirlo con verdad, pues me he fatigado para saber todo esto y tengo certeza que se habrá entendido por lo que hasta ahora llevo escrito; y al buen entendedor pocas palabras bastan.

Los primeros cristianos que hubo en la isla Española fueron los que ya hemos mencionado, a saber: Naboria, en casa del cual había diez y siete personas que todas se hicieron cristianas solamente con darles a conocer que hay un Dios que ha hecho todas las cosas y creó el cielo y la tierra, sin discutir acerca de otra cosa, ni se les diese más a entender, porque eran propensos a la fe. Pero con los otros se necesita fuerza e ingenio, porque no son todos del mismo carácter; pues algunos tienen buen principio y mejor fin; otros, que comienzan bien, y se ríen luego de lo que les habían enseñado; para éstos hacen falta la fuerza y el castigo.

El primero que recibió el bautismo en la isla Española fue Juan Mateo, que se bautizó el día del evangelista San Mateo, en el año 1496, y después toda su casa, donde hubo muchos cristianos.

Aún se iría más adelante, si hubiese quien los amaestrase y enseñase la fe católica, y gente que los refrenase. Si alguno me pregunta por qué yo creo tan fácil este negocio, diré que lo he visto por la experiencia, especialmente en un cacique principal llamado Mahubiatíbire, el cual hace ya tres años que continúa en la buena voluntad de ser cristiano, y no tiene más que una mujer, aunque suelen tener dos o tres, y los principales hasta diez, quince y veinte.

Esto es lo que yo he podido entender y saber acerca de las costumbres y los ritos de los indios de la Española, por la diligencia que puse. En lo cual no pretendo alguna utilidad espiritual, ni temporal. Plega a nuestro señor que todo ello se convierta en alabanza y servicio suyo, y en darme gracia de perseverar; y si ha de ser de otra manera, que me quite el conocimiento.

Fin de la obra del pobre ermitaño Ramón Pané.

martes, 15 de enero de 2008

MITONIMIA ABORIGEN TAINA

INTRODUCCIÓN

"...para el hombre religioso precristiano era, en efecto, fácil distinguir una piedra sagrada de todas las otras piedras que no incorporaban lo sagrado; fácil distinguir un signo cargado de poder —una espiral, un círculo, una svástica, etc.— de todos los otros que no lo estaban; fácil aun separar el tiempo litúrgico del tiempo profano; en cierto momento, el tiempo profano dejaba de correr y, por el mismo hecho de que el otro estaba iniciado, se iniciaba el tiempo litúrgico, el tiempo sagrado”
Mircea Eliade (1988:164)

El descubrimiento y conquista de América, los viajes de circunnavegación, dieron a conocer al hombre europeo de los siglos XVI, XVIIy XVIII nuevas formas de vida, cultos y creencias, que en la medida de su óptica vincularon a su búsqueda de una de los mitos más antiguos: el mito del paraíso terrestre. Eliade (1988:19) plantea que el hombre europeo inventó un tipo de «buen salvaje» en correspondencia a sus preocupaciones morales como políticas y sociales, envidiando sus libertades, su equitativa división del trabajo, su existencia arcádica en el seno de la naturaleza, y como tal interpretaron sus mitos y creencias. Los cronistas, educados dentro de la fe cristiana, del desprecio a todo lo que oliera a pagano, solo tenían como patrones de comparación, los panteones mitológicos griegos, romanos y otros bastante disímiles de los que se encontraron en América, y así los mitos van a sufrir tergiversaciones en sus enfoques. Influyó además la desaparición de la lengua de los primitivos pobladores y los mitos se quedaron varados en el tiempo y en las páginas de los manuscritos de algunos frailes como Pané, Las Casas o Mártir de Anglería, provocando para el hombre actual, una serie de interrogantes respecto a las creencias de nuestros aborígenes.
Estudios de gran profundidad, como los de Arrom, López-Baralt, Cassá, Alegría, entre otros, han sacado a la luz los mitos y sus interpretaciones basándose en las creencias de pueblos que aun sobreviven en el continente americano y de estudios lingüísticos del aruaco. Importante descubrimiento para la comprensión de la sociedad primitiva en las Antillas, ya que los mitos no sólo son una forma de exteriorización de concepciones animistas, totémicas, fetichistas y animatistas, como explican algunos autores, por esencias religiosas; tampoco es sólo el mero relato del tiempo primigenio. Su carácter etiológico está en ofrecer una interpretación acorde al grado de desarrollo de la sociedad dada las condiciones de su desenvolvimiento y las características del entorno natural, así como el establecimiento de patrones de conducta y comportamiento, la imposición de la ética social del grupo a través de la narración de modelos ejemplares.
La desaparición de la lengua aborigen en el proceso de transculturación posterior a la conquista española dificulta la labor de interpretación de los mitos recogidos por las fuentes, que también se vieron obstaculizados por el desconocimiento o el conocimiento parcial del lenguaje, y la cultura europea que les provocó una óptica distorsionada de la realidad americana.
En pueblos como los nuestros donde sólo se salvó de su cultura lo recogido por los cronistas, entre ellos una serie de nombres, podemos determinar sus raíces etimológicas a través de estudios lingüísticos realizados en otros pueblos que si conservaron su lengua aruaca y estableciendo comparaciones entre los términos y las funciones que ocupa el individuo designado dentro del mito. Un importante papel han jugado los investigadores Brinton, Breton, Perea, Tejera, Alvarez Nazario, Barral, Valdés Bernal y Arrom entre muchos otros.
Estos estudios han demostrado que ante la inexistencia de nombres propios el hombre primitivo toma objetos que representan características personales o atributos para definir al individuo. El conocimiento del nombre mítico y su significado también nos permite conocer la etiología del mito a partir del establecimiento de analogías con los de otros pueblos del mismo tronco aruaco o relacionado con estos.


Mitonimia


AIBAMAYA: Nombre de personaje legendario aborigen de Cuba recogido por Feijóo (1986: 21), quien plantea a su vez tomarlo de Américo Alvarado. India de las tribus Yucayo que poblaban la región de Matanzas, conocida como «la mujer que mataba por amor”, según el mito logró el amor del cacique Guacumao y convertida posteriormente en piedra al intentar escapar junto al cacique. Polisintetismo formado por la posible corrupción de Aida que, en guarao, significa superior, el más grande, Barral (1979: 6) y Maya, que es el nombre que recibe en Cuba la Bromelia pinguin, planta silvestre cuyo follaje recuerda a la piña, Valdés (1991:I, 302). El posible significado de este término podría traducirse como: Gran Maya.

AIPIRÍ: Nombre por el que se conoce a un personaje de las leyendas aborígenes cubanas recogida por Valle (1919: 95-99). Según la leyenda, esta india vivió en la Jagua precolombina. Una vez casada, y con un hijo, sintió nostalgia de sus días de doncella y comenzó a ausentarse de su casa dejando a su hijo abandonado; tras este hijo vinieron otros seis sin que variara la conducta de la madre, los cuales lloraban produciendo un sonido como guao-guao. Mabuya cansado de tanto oírlos los transformó en arbustos venenosos conocidos por el nombre de guao, Comucladia dentata, Valdés (1991:I, 226), y a la madre, Aipirí, en Tatagua, Erebus odorata, Valdés (1991:I, 332). Posible descendencia del vocablo aruaco Aipara que significa “de pelo encrespado”.

ALBAHOA: Según Feijóo (1986: 22) es nombre de personaje de las leyendas aborígenes cubanas de la zona de Matanzas. India amada por Yumurí, pero obligada a casarse con Canasí, escapa junto al primero muriendo ambos al hundirse en el fango del río Babonao cuando escapaban de sus perseguidores. El término, aunque no hemos podido determinar su posible significado, denota procedencia indoantillana.

ALBEBORAEL GUAHAYONA: Pané (1990: 23-26) lo recoge como personaje mitológico de los taínos de La Española. Fue el que separó a las mujeres de los hombres de la misma tribu endogámica creando nuevas relaciones exogámicas; iniciador de la primera migración mitológica. Curó de su enfermedad de la piel gracias a Guabonito, quien le obsequió los guanines o joyas más preciadas para los pueblos indoantillanos. Antepasado mítico, Bachiller y Morales (1883: 1, 139) lo señala como antediluviano, o sea, anterior al diluvio de Yaya.
Arrom (1990: 63) se refiere al cambio de Guagugiona a Guahayonaya que en aruaco wahajia~wahaddia equivale a “luego, de ahí en adelante”. Y aclara que entre los pueblos aruacos es costumbre muy generalizada cambiar de nombre una vez que se ha rebasado una gran enfermedad. Lo que traduciría el nombre de Albeborael Guahayona como «De ahí en adelante Albeborael”.
Zayas (1914: II, 17-19): Vagoniona, Guagoniana, Guahiohana, Guagugiona, Giahubagia, Guahagiona.
Izquierdo Gallo (1956: 185) Guaguinona
Bachiller y Morales (1883:II, 139) Albebora, Albeborael Guagoniana.
Cambiaso (1974: 35) Guayuyona y dice que puede ser acaso corrupción de Vagoniana.

AMAYAÚNA: Cueva mítica de las creencias de los taínos de La Española, Pané (1990: 22), según las cuales, de ella salieron a poblar la isla los no taínos. Esta cueva, creían los aborígenes, se hallaba en una montaña llamada Cauta en la región de Caonao en la ya mencionada isla. Arrom (1990: 59) en sus notas al libro de Pané escoge la versión de Pedro Mártir, Amaiauna y no Amaiauua de Ulloa y para esto se basa en la unión del semantema iauna, iouna en aruaco, que tiene el sentido de valor, recompensa; mientras que el prefijo Ama- pudiera ser el prefijo privativo ma-; lo que significa “los sin valor, los sin mérito, los no taínos”.
En kaliña Amoanyá significa casa, tal vez el nombre en esta lengua explique el hecho de que se nombre con este a la cueva de la que salieron los no taínos.

ANACACUYA: Antepasado mítico o personaje mitológico recogido por Pané (1990: 25). Era nombre de un cacique de la cueva Cacibajagua que ayudó a Guahayona en el éxodo, pero fue engañado por este y lanzado al fondo del mar donde murió.
Arrom (1990: 62) plantea que este polisintetismo está formado por los vocablos annaka que significa: centro, medio y cuya, que bien pudiera ser Kuya, espíritu o Kuhuyakoeia, estrella, constelación; que traducido podría ser Espíritu Central o quizás Estrella o Lucero Central.

ATABEY: Ser mitológico de los taínos al que sí se le rendía culto, representaba a la madre del Ser Supremo. Pané (1990: 21) la recoge con este nombre y con otros cuatro por los cuales, según él, también era conocida. Estos son: Guacar, Apito, Yermao y Zuimaco; en ocasiones la nombra Atabeira, Atabina o Atabex. Es símbolo de la fertilidad y la maternidad.
Arrom (1990: 58) analiza dos de las variantes del nombre, Atabeira y Guacar. De Atabeira da su raíz en el vocativo Atte, madre y el sufijo ligado beira, agua; lo que equivaldría a Madre de Aguas; y Guacar lo plantea como la unión del prefijo wa, nuestro y kar como forma apocopada de katti~kairi, luna, mes, término compuesto a su vez de ka, fuerza e iri, marea, menstruación, todo lo cual nos vincularía esta deidad al símbolo de la fecundidad, la femineidad, la maternidad.
Bertoni (1916: 86) dice que la tierra es Guaca, Anglería cita a Guacar como región o cercanía; Perea (1941: 45-46) plantea que Guacar pudo surgir del pronombre wai, wakia directamente de waikillen, para expresar “lo nuestro, el territorio que ocupamos”, lo que podría traducirse en Guacar como la Madre Tierra.
Bachiller (1883: II, 152-153) en su estudio sobre el Ser Supremo define a Atabey o Ataba, como él la llama, proveniente de At, ata, atu, que significa primero, solo, único, y Bei que significa existencia; lo que se traduciría como Ser Único. Esto se contradice con los mitos recogidos por Pané en el cual el Ser Único o Supremo es Yúcahu, su hijo.
Cambiaso (1974: 2) recoge Apito como nombre de mujer casada y que quiere decir “que ha resucitado”. También la recoge con el nombre de Atobei.

AYCAYÍA: Nombre de personaje legendario aborigen de la zona de Jagua, Cuba recogido por Valle (1919: 41,44) y la describe como india muy hermosa que trastornó con su belleza a todos los hombres de su tribu. Al quejarse las esposas abandonadas al behíque, este invocó a Mabuya, provocando un huracán que arrastró a la joven y a una anciana acompañante al mar transformándolas en ondina o sirena a la primera y en tortuga a la vieja Iguanayoca.
Posible tenga este nombre su raíz en el aruaco aiki, que significa malvado.

BAGANIONA: Corrupción de Guahayona recogida por Gavaldá.

BAIBRAMA: Es el Cemí de la Yuca, deidad vigilante de los cultivos, Pané (1990: 43). Cuenta el mito que este cemí fue quemado en una guerra y al lavarlo posteriormente con jugo de yuca le crecieron los brazos, el cuerpo y volvió a tener ojos. Arrom (1990: 75) plantea que Alba y Buya, los otros nombres de este cemí que recoge Pané, más que nombres son epítetos y añade que tienen su raíz en ayúa y puxí, feo y malo, respectivamente y cita a Brinton en «The Arawak language of Guiana in its Linguistic and Ethnological Relations” p.444, y al Conde Ermano Stradelli, en Vocabularios da lingua geral portuguez-nheêngtú e nheêngtú-portuguez, Rio de Janeiro (1929: 385, 625). Sin embargo en estudios que hemos realizados de las lenguas de procedencia aruaca tenemos que en lokono, Buya es alimentar, nutrir, dar de comer, Edwards (1980: 73) y Aakwa, es hincharse, engrosarse, dilatarse, expandirse. Barral en su Diccionario recoge Buya como paragoje de abuya, muerdo, muerdes (1979: 78) y Alda (1979: 6) Crecer, crecido, grande, Grande (en sentido moral), superior, Jefe; y también Alda: El grande, el que es grande entre otros más pequeños, el de más categoría.
Una de las formas de nombrar al Ser Supremo los guarao es Aidamo que significa Señor o Jefe.
En lengua guajira, Jusayú (1977: 71,75,83), Ai significa yuca, Ain, ain-uá, corazón, alma, espíritu; y Aiuá, ser querido, amado, estimado.
En lengua Ceona, Aybue se traduce como los Antepasados o Mayores.
Entre los cunas Ayban es un Ser Superior, jefe de una montaña donde vivía una generación de deidades.
Analizando lo anterior llegamos a la conclusión de que Baibrama, cemí de la yuca, lleva como epítetos: “El que Crece, el Superior, el que alimenta”.

BAIGUANA: Personaje de las leyendas compiladas por Feijóo (1986: 20) como india muy hermosa de la zona de Matanzas, que por traer enloquecidos a los hombres hasta el punto que todos los trabajos habían sido abandonados, el cacique después de consultar a sus deidades, le llevó un pescado mágico que la hizo dormir y la transformó en montaña, la cual es conocida en nuestros días como el Pan de Matanzas.
Posible traducción como Iguana Sagrada o Padre Iguana, polisintetismo descendiente de los términos Ba, padre o Baye, sacerdote y el vocablo Iguana.

BAYAMANACO: Ser o antepasado mítico de las creencias religiosas taínas, vinculado a los mitos de la creación pero sin ninguna función religiosa, Pané (1990: 30). Conocedor de los secretos de la confección del cazabe y de los ritos de la cohoba y vinculado al surgimiento de la raza humana creando a Caguama mediante su saliva mágica lanzada a la espalda de Deminán Caracaracol cuando este intentó robarle el cazabe. Es héroe cultural del tiempo mitológico primigenio. Algunos autores lo llaman Ahiacabo Guamocoel, ejemplo Zayas (1914:I, 63). Esta última denominación se ve muy bien refutada por Arrom (1990: 68) cuando explica las raíces de esta frase que literalmente se traduce como «hablemos con nuestro abuelo”.
En cuanto al nombre de Bayamanaco podría ser un polisintetismo formado por los vocablos Baye, sacerdote, y annaka, central, lo cual sería Sacerdote central o principal.

BOINAYEL: Considerado Ser mitológico tamo o deidad, aunque Pané (1990: 31) deja bien claro que es un cemí o espíritu tutelar, al cual se le invocaba para que lloviese. Se encontraban en la entrada de la cueva de Iguanaboina junto al cemí Márohu y se representaban con las manos atadas. Arrom (1990: 70) lo recoge con este nombre y plantea en su análisis que esto se traduce como el Hijo de La Serpiente Parda, teniendo en cuente que boina podría ser la misma voz boiúna que se registra en el Diccionario de folclore brasileiro de Luis Câmara Cascudo (1962: 123-124) y que la terminación -el significa hijo.
Siguiendo el análisis de que mboi significa serpiente y añadimos que en lokono, Edwards (1980: 64), aiya es llorar, también tendríamos la posible traducción de “el hijo de la serpiente que llora”, metáfora muy utilizada por los pueblos americanos para referirse a la lluvia.
Zayas (1914:I, 114) lo recoge como Boinael.
Mártir de Angleria lo nombra Binthaitel y a partir de él varios autores lo denominan de esta forma, entre ellos Perea (1941: 19-20) quien dice además que es nombre de cemí relacionado con el sol.
Bertoni (1916: 86) lo da como Boinial y Cambiaso (1974: 15) lo llama Boiniael y dice que significa Hijo de Boinial que a su vez se traduce como “tan grande como una montaña”, pero no aclara de que fuente lingüística toma este dato.

CACIBAJAGUA: Nombre de la cueva de la que proceden los taínos, según sus propios mitos recogidos por Pané, esta se encontraba en la montaña Cauta en la región de Caonao. Voz que proviene del término Casimba, que sirve para designar oquedades en el terreno y Jagua, Genipa Americana, árbol común en las Antillas, lo cual se traducirla como Cueva de Jagua.

CAGUAMA: Guarch y Querejeta (1992: 14-15) (1993: 18) nombran de esta manera a la tortuga que surge de la espalda de Deminán Caracaracol, sobre la que Pané (1990: 31) dice que lograron sacarla cortando la espalda de Deminán con un hacha en el lugar donde le había golpeado el guanguayo lanzado por Bayamanaco al irle a pedir cazabe. La tortuga, dice Pané, era hembra y fue criada por los Gemelos. Anglería plantea que lo que salió de la espalda del Caracaracol fue una mujer con la cual habitaron los Cuatro hermanos y de la cual tuvieron hijos e hijas, lo cual ha hecho que se vincule esta al mito del surgimiento de la raza humana. Caguama es una especie de tortuga marina cuyo nombre científico es Caretta caretta.

CAONAO: Personaje mitológico recogido por Valle (1919:19-23) y perteneciente a las creencias de los aborígenes de la región de Jagua, Cienfuegos. Segundo hijo de Hamao y Guanaroca, esposo de Jagua, sus hijos fueron las primeras mujeres. El nombre de Caonao es un topónimo muy abundante en la lengua taína y también es nombre de una planta de la especie Polygala oblongata.

CAORAO: Según Valle (1919: 41-44) Dios de la Tempestad para los indios de Jagua. Desconocemos tanto la filiación lingüística del término como las fuentes de las cuales los autores lo tomaron.

COATRISQUIE: Cemí de los mitos taínos recogidos por Pané (1990: 46), según estos su función era la de acompañar al cemí Guabancex. Era el recogedor y gobernador de las aguas torrenciales. Se desconoce la raíz etimológica del nombre; aunque si es de descendencia aruaca.

COROCOTE: Según Pané (1990: 44) Cemí del cacique Guamorete, habitaba en lo alto de la casa, de la cual bajaba de noche para habitar con las mujeres; este cemí logró escapar al incendio de la casa refugiándose en una laguna cercana, también informa Pané que perteneció posteriormente al Cacique Guatabanex de la región de Ja. Cuenta también el mito que con el tiempo le salieron a Corocote dos coronas.
Guarch (1992: 42-43) lo recoge como antepasado mítico que engendra el amor carnal.
Arrom (1990:76) plantea que el término podría ser el aruaco Korrocori oro, metal rojizo, o el guaraúno corocori “bronce”. Y del nombre del Cacique Guamorete dice que parece provenir del aruaco wa-murreti, Nuestro Creador.

DEMINÁN CARACARACOL: Héroe cultural o antepasado mítico de los taínos, Pané (1990:29), el mayor de los Cuatro Gemelos, el primero en ser sacado del vientre de Itiba Cahubaba, junto Yaya se encuentra vinculado al mito de la creación del mar y junto a Bayamanaco de la creación de Caguama.
Anglería lo recoge como Demiban Caracaracol.
Cambiaso (1974:32) lo nombra Dimivan.
Arrom (1990:67) se adhiere a la expresión que da Taylor en su “A note on the Arawakan of taíno” (1954:53) de que el término Caracaracol provenga del término eyeri Kara Karacoti cuya traducción seria “piel sarnosa”.

GUABANCEX: Cemí taíno recogido por Pané (1990:45), el cual según su descripción corresponde a la deidad de la tempestad, o más bien del huracán, también añade que es de sexo femenino y que va acompañado por dos cemíes, el uno heraldo y el otro recogedor de las aguas, Guataubá y Coatrisquie respectivamente.
Aún desconocernos la raíz etimológica del término.

GUABONITO: Personaje de la mitología taína recogida por Pané (1990:25), es de sexo femenino, vivía en fondo del mar, fue quien curó a Guahayona de su enfermedad y le regalo los guanines.
Término de posible raíz guaraúna, en esta lengua wabon significa inmortal, que no muere, Barral (1979:449).

GUANAROCA: Según Valle y Hdez. (1919:13-16) personaje de las leyendas aborígenes cubanas de la zona de Jagua. Representa la primera mujer, fue creada por la Luna para compañera de Hamao. Sus lagrimas por la muerte de su primer hijo formaron la laguna que lleva su nombre. Término que posiblemente tenga su raíz en Guanara, que según Guarch y Querejeta (1992: 23-24, 36 nota 25) significa “lugar apartado y tranquilo” ; mientras que Arrom (1990:63) citando de Rafael Celedón su Gramática, catecismo; vocabulario de la lengua guajira (1878: 96) dice que puede provenir del término “guanoru” que significa enfermedad en esta lengua.

GUATAÚBA: Aparece de esta forma en Pané (1990:46) y dice que es el nombre del cemí pregonero de Guabancex, es el trueno que anuncia la tempestad.
Arrom en su análisis (1990:77) lo descompone en Wa- nuestro y Taúba- que pudieran ser el mismo Tupa o Tupan, deidad del trueno para los guaraníes, o la deidad suprema Koeruna Toibá.
Zayas (1914:64) lo recoge como Guatamba y Cambiaso (1974:35) lo llama Guataura.

GUAYZA: Según Arrom (1990:72) es la forma correcta del vocablo goeiza relacionado por Pané (1990:33) y plantea que proviene de waisiba, isiba es cara, rostro, wa como prefijo prenominal posesivo que significa nuestro, por lo que significarla nuestro rostro. Es el alma de los seres vivientes que habita el cuerpo mientras vive pero que en el momento de la muerte se escapa de él. Según lo referido por Pané se puede entender también corno especie de espíritu o fantasma.
Arrom toma para su explicación de Brinton (1871:438) , Perea coincide con los anteriores.
lsiba, Iza, asimilada a la radical izi, issi, isi presente en el correspondiente a rostro, semblante, faz.

HAMAO: En las leyendas acopiadas por Valle y Hernández (1919: 13-16) es el primer hombre creado en la zona de Jagua, dio muerte a su hijo por los celos del amor de Guanaroca, su esposa, y lo oculto en una güira del monte, que al romperse, de esta surgieron peces y tortugas.

HUIÓN: Según Valle y Hdez. (1919:13-16) es el Sol para los aborígenes de Cuba, de la zona de Jagua. También plantean que es el creador de los hombres, mientras que la Luna lo es de las mujeres.
Bachiller lo refiere como el segundo caribe de los diez que surgieron del ombligo de Lucuo (1883: I, 323) y lo escribe Huin, al igual que Izquierdo Gallo. Esto a lo que llaman Bachiller y Morales o Izquierdo Gallo incorrectamente caribe insular, es a lo que se ha llamado aruaco protomaipure, Valdés Bernal (1991:I, 33).

HURACÁN: Según Ortíz (1947:89-93) e Izquierdo Gallo (1952:185-190) es el Dios de la Tempestad para los aborígenes de Cuba, Señor Todopoderoso para los antillanos cuyo terrible poder se manifiesta por los truenos, tempestades, rayos, borrascas, ciclones.
Ortíz en su estudio plantea que esta deidad debió tener muchos devotos entre los indios cubanos, quienes le pedían que no desatara sus furias y que a su vez los favoreciera en las lluvias que promovían la fecundación y prosperidad de sus campos. Plantea además que el Huracán de las Antillas debió ser la deidad predominante en los cultos, aunque más tarde en este propio estudio dice que entre los indios cubanos de origen aruaco Guabancex, la deidad del Huracán, no era la Suprema sino Atabeira, aunque Pané y Arrom, entre otros investigadores plantean que esta deidad suprema es Yúcahu.
Izquierdo llega a la conclusión de que en La Española prevaleció el nombre de Guabancex y que este es equivalente al Huracán de Cuba.
Mártir de Anglería, las Casas y Oviedo lo recogen como Huracán y plantean que es vocablo antillano.
Rafinesque lo recoge como Iuracan y dice que es una palabra de los indios Eyeri, o sea, protomaipures de las pequeñas Antillas.
Perea también lo define como eyeri y dice que parece derivar de una radical común de los idiomas aruacos.

IASIGA: También conocida como Yasiga, india de la Jagua precolombina, de las leyendas recogidas por Valle y Hdez. (1919:27-32), esposa de Maitío, de temperamento ardiente y apasionado, amante de Gagiano; sorprendida por su esposo fue transformada en un monstruo marino que se aparece mudo y suplicante a los pescadores solitarios.

IGUANAYOCA: En las leyendas reunidas por Valle y Hdez. en la zona de Jagua (1919: 41-44) es el nombre de la anciana acompañante de la india Aycayía transformada en tortuga al ser arrastradas por el huracán que había invocado el behíque para castigar a la joven. Este nombre tiene sus raíces en Iguana y yuca lo que traducido significaría serpiente de la yuca.

INAO: Según Valle y Hdez. (1919:13-16) primer hijo de Hamao y Guanaroca. Fue llevado al monte por su padre donde murió por falta de alimentos. Hamao para ocultar su delito escondió al niño dentro de un güiro que colgó de un árbol. La madre al notar la falta de su hijo salió a buscarlo y al encontrar el güiro, lo dejo caer y de este brotaron peces, tortugas y gran cantidad de líquido. Los peces formaron ríos y las tortugas la península de Majagua y los cayos del sur de Cienfuegos.
Posible corrupción de Ineu.
Sixto Perea lo recoge como voz aruaca que significa hijo.
Rafael Girard recoge en los mitos lunas a Ineu, segundo de los hijos de una deidad, descubridor del paraíso, enseño a los hombres el cultivo de la tierra.

INRIRI CAHUBABAYAEL: Pájaro carpintero, fue buscado cuando se produjo la separación de los hombres y las mujeres y la aparición de los primeros seres asexuados, se le busco para que les abriera el sexo a estos últimos, Pané (1990:27).
La esencia del vocablo Cahubabayael indica que es hijo de Çahubaba, la MadreTierra y la homotonía con Yahubabayael plantea la posibilidad que se refiera al mismo individuo, Arrom (1990: 65).
Cambiaso (1974:20) plantea que Cahuvaial es nombre antiquísimo del Carpintero Real.

ITIBA CAHUBABA: Recogida por Pané (1990:29) como madre de los Cuatro Gemelos, los cuales tuvo al morir en el parto y al abrir su vientre, de los cuales el mayor fue Deminán Caracaracol. Antepasado mítico.
Arrom en su análisis del libro de Pané (1990:66) plantea que a menudo en las lenguas aruacas la T se permuta por la K por lo que Tahuvava (así lo escribe Ulloa) podría leerse Cahubaba, señala además que de haber existido relación con el Tupí-Guaraní la palabra podría provenir del vocablo Kayu que en esta lengua significa vieja cargada de años.
Ite en aruaco procedió de la raíz ite~ üttü~ütte que significa sangre, todo lo cual se traduciría como Ensangrentada Madre Vieja.

JAGUA: Valle y Hdez. (1919:19-23) en sus leyendas de la zona de Jagua dicen que este personaje fue la segunda mujer sobre la tierra, nacida de un montón de frutas maduras al contacto de un rayo de Luna.
Fue la mujer de Caonao, sus hijos fueron las primeras mujeres.
Jagua es un vocablo de definida filiación aruaca, Valdés Bernal (1991:254), es el nombre que en Cuba se le da al Genipa americana, árbol maderable muy común.

MABUYA: Según las diversas interpretaciones de los cronistas de indias es el nombre que los taínos de Cuba dan al Diablo o más bien al Ser sobrenatural al que achacaban sus calamidades.
Según Zayas (1914:152) es un espíritu maléfico, genio del mal y a su vez cita a Brasseur de Bourbourg que descompone el vocablo en ma- prefijo negativo y buya- cosa o espíritu bueno, de lo que resultaría negación del bien, o espíritu del mal. Siguiendo el razonamiento de este trabajo en que traducimos Buya como: el que alimenta, el que nutre, el que da de comer y lo ligamos al prefijo negativo ma-, tendríamos que Mabuya sería el que no alimenta, o también el que quita el alimento, lo que nos acercarla a las reflexiones de Fernando Ortíz acerca de Mabuya y su relación con la parte negativa del Huracán.Corroborando lo anterior, Sixto Perea plantea que Mabuya significa ayuno.

MÁCOCAEL: Personaje mítico de las creencias taínas recogidas por Pané (1990:22), fue escogido para distribuir los seres humanos que habitaban en la cueva Cacibajagua, un día tardó en regresar de su guardia y fue sorprendido por el Sol y transformado en piedra cerca de la entrada de la cueva. Antepasado mítico.
Arrom en su estudio al libro de Pané (1990:60) toma el término que da Anglería
Machochael y no el de la traducción de Ulloa Marocael y plantea que este puede tener su raíz en el vocablo aruaco akoke que significa párpado lo que ligado al prefijo negativo ma- se traduciría como “el sin párpados”. Aunque en la lengua protomaipure del Caribe insular ako significa: poder, observación de las enseñanzas, lo cual también podría resultar: «el sin poder”, o, «el que no observó las enseñanzas recibidas”.

MAGUANI: Cacique de la zona de Matanzas que, según los mitos recogidos por Feijóo (1986:21), pescó un pez mágico con el cual logró dormir a la india Baiguana y transformarla en montaña.
Magua según las Casas y Perea (1941:43-44) significa vega y la partícula ni significa poco, lo que le da un carácter diminutivo que podría traducirse como vega pequeña o veguita.

MAICABO: Según Guarch y Querejeta (1993:57) ídolo de piedra encontrado por un campesino en una cueva de la loma del Júcaro, Holguín y añade que es posiblemente una corrupción del vocablo aruaco Maitabo que significa sin manantial, seco, dice además que es una advocación nominal por la que se conoce a Marohu.

MAITIO: En los mitos de la zona de Jagua, Valle y Hdez. (1919:27-32), este personaje es el indio esposo de Iasiga que al descubrir a su mujer engañándolo con su amante invocó a Mabuya y al instante ella quedó transformada en un monstruo marino.
Vocablo de posible procedencia aruaca con raíz en iti-ite sangre, que se traduciría como “el sin sangre”.

MAQUETAIRE GUAYABA: Señor de Coaybay, según Pané (1990: 32) el primero en ir a la Casa o habitación de los muertos, este lugar se ubica en una isla nombrada Soraya, donde los muertos pasan el tiempo comiendo guayabas y haciendo areitos.
Arrom refiriéndose al término Maquetaire plantea que acaso este relacionado con el vocablo aruaco Kokke, Kakü, “vivir, vida” lo cual podría significar ligado al prefijo ma-, el sin vida.
En cuanto a Guayaba cita a Ulloa que la escribe como Guabazza y a Anglería que lo da como Guannaba.
Bachiller y Morales (1883:279) lo traduce como guanábana, la cual no tiene ningún parecido al membrillo como así lo describe Pedro Mártir. Arrom en su análisis de este vocablo dice que el guannaba puede ser la latinización de guañaba, guaiaba o guanyaba la cual si tiene parecido con el ya citado membrillo.
Coaybay, Arrom lo relaciona con el vocablo aruaco Kocua que significa estar ausente y el semantema baí con los vocablos registrados en el aruaco taíno boa~bouhí~bohío que se traduce corno Casa, o a los términos del lokono bahoi~bahü, casa morada, lo que resultaría Casa de los Ausentes
Cambiaso para referirse a El señor de Coaybay lo nombra Machete Taurú Guauana (1974: 55).

MÁROHU: Cemí hecho de piedra, según relata Pané (1990:31), dice de él que era muy estimado, al igual que Boinayel, se representaba con las manos atadas; Guarch y Querejeta (1992:32) dicen que es deidad del tiempo despejado, sin lluvias, el causante de las temporadas de seca, para esto se basan en la explicación de Arrom acerca del significado del nombre. Boinayel y Mároho se encontraban en la entrada de la cueva Iguanaboina, vinculada a la aparición del Sol y la Luna, de ahí que algunos autores relacionen estos cemíes con los citados elementos cósmicos.
Arrom toma el nombre Maroho de Anglería y descompone el término en ma- prefijo de negación o privativo, aro procedente de las voces aruacas or-aro, ur-aro que significan nube y el sufijo nominalizador -hu, como signo de referencia lo cual se traduciría como El Sin Nubes.
También dice que Ulloa lo escribe Maroio, término que tal vez sea el que provoque la confusión por la cual muchos autores, vinculando el cemí a la Luna, llamen a esta última Maroya.
Perea (1941:20-22) lo llama Maroho y lo define como cemí que representa la Luna. Considera que el tema que informa el nombre de la Luna se halla efectivamente presente en esta palabra, y se basa en las equivalencias de las palabras fuego y luz, plantea que trátase de la radical ar, aru, ari y sus variantes y explica que el prefijo negativo ma- ligado a esta radical sería alusión a la débil intensidad luminosa de la Luna y pone el ejemplo del adjetivo verbal aruaco Marúnnahan que significa no ser luminoso, no ser brillante.

MAROYA: Forma en que algunos autores personifican la Luna, ejemplo Valle y Hdez. (1919:19-23), Bachiller (1883:11,24). Suponemos que esta confusión, como planteamos en el análisis de Mároho, provenga de traducción de Ulloa al documento de Pané cuando nombra al cemí en la entrada de la cueva Iguanaboma, Maroio.
Bertoni (1916:85) plantea que Maroyo también Maroho en la Luna en taíno.

MAUTIATIHUEL: Según Pané (1990:31) es nombre del Cacique de la región donde se halla la Cueva Iguanaboina, de la cual salieron el Sol y la Luna, según Guarch y Querejeta (1992:17) personificación de la Aurora, anunciaba la salida del Sol, tal vez basan su explicación que hace de este polisintetismo Arrom en sus notas al libro de Pané (1990:69) en la cual lo descompone de la siguiente forma Mautia “alba o amanecer”, -ti partícula nominalizadora, -hu, signo de respeto y la terminación —el que significa hijo de, todo lo cual resultaría “Hijo del Amanecer”, también plantea que podría traducirse como Cacique de la Región del Alba.
Bachiller (1883:II, 244) lo nombra Manaia Tiunel y Cambiaso (1974:59) Mancia Fionel.

OCÓN: Valle y Hdez. (1919: 14) en sus leyendas aborígenes de la zona de Cienfuegos dicen que es la personificación de la Tierra.

OPíA: Espíritu de los muertos, Pané (1990:33), es la que continúa a la Guayza después de muerta.Zayas (1914:II, 103-104), Valle y Hdez., y Las Casas lo nombran como hupia.Breton (1812:424) en su Diccionario Caraibe- français cita el vocablo aruacoprotomaipure, que llama Caribe insular, oupoyr-m y dice que significa espíritu.Cambiaso (1974: 48) en su libro la escribe Hupía por Jupía, y dice que es Fantasma.

OPIYELGUOBIRÁN: Cemí que, según los relatos recogidos por Pané (1990:45) tiene cuatro patas y forma de perro, hecho en madera; pertenecía al cacique Sabanajobabo. Escapaba todas las noches para irse a los bosques donde era necesario buscarlo y traerlo a casa atado con cuerdas de las cuales escapaba para regresar a los montes y cuenta la leyenda que al llegar los españoles a la isla de Haití escapó hacia una laguna y nunca más fue visto.
Zayas (1914:11, 226) lo recoge como Opijileboniran.
Arrom en sus notas al libro de Pané dice que la voz tiene raíz en el aruaco taíno Opía, ­espíritu.

TAGUABO: Según Guarch y Querejeta (1997:31-32) es Avatar o advocación nominal por la que se conoce a Boinayel en el mito convertido en leyenda en la ciudad de Antilla en Holguín. Nombre que se le dio a un Cemí de madera encontrado por el campesino Alejandro Reyes en loma del Júcaro.

TOA: En los mitos recogidos por Pané (1990:24) voz con que los niños abandonados por sus madres, cuando Guahayona separó las mujeres de los hombres, llamaban a aquellas. Los niños abandonados a la orilla de un arroyo se transformaron en ranas.
Arrom en sus notas (1990:61) cita a Ulloa en esta voz como too y posteriormente tona, dice además que es posible que la forma correcta sea toa y que signifique agua.
Zayas lo recoge como tona, toha. Tona en aruaco protomaipure es agua.
Cambiaso (1974:67) plantea que toa quiere decir pechos, senos. También en el sentido de madre.

UAGUANO: Valle y Hdez. (1919:103-115).dicen que también era conocido como: mueco, muenco o muengo, y que su leyenda se pierde en los remotos tiempos de los aborígenes. Especie de espíritu de los bosques, adicto a las maldades, su diversión favorita es cambiar de sitio los animales que encuentra a su paso, así como extraviar los aperos de labranza. Habita en rocas y arrecifes de la costa o en madrigueras en las altas montañas o en lo profundo del monte. También se le atribuyen las deformaciones en los niños.
Bachiller lo recoge como Uaquiano y dice que significa mal compañero (1883:II, 368).

YAHUBABA: En los mitos del tiempo primigenio de los aborígenes de La Española recogidos por Pané (1990:23) este individuo habitante de la cueva Cacibajagua, fue enviado por Guahayona a recoger hierbas medicinales y al no poder regresar a la caverna antes del amanecer fue sorprendido por el Sol y transformado en el pájaro que anuncia la mañana, llamado Yahubabayael.
Zayas (1914:II, 3) lo nombra Giudranama.
Cambiaso (1974.25) lo recoge como Giahubabagionel y dice que es una frase cuyo significado es: “el que se volvió pájaro”.
Arrom dice en sus mitos al libro de Pané (1990:60) que Yahubaba, Tahubaba y Cahubaba sean tal vez variantes de una misma voz.

YAYA: Personaje mitológico de los recogidos por Pané (1990:28). Ser innominado, antepasado mítico, algunos autores lo consideran Padre primigenio. Dio muerte a su hijo, quien a su vez intento matarlo a él y puso sus huesos en una calabaza que colgó de lo alto de su bohío, un día al volcar dicho recipiente salieron de ella muchos peces, teniendo su origen de esta forma, al igual que el mar que surgió por la ruptura de la ya mencionada calabaza.
Arrom en sus notas al libro de Pané (1990:65 nota 53) aclara que en realidad de lo que debió tratarse fue, de una güira que es la que se usaba en la Antillas como recipiente.
Arrom (1990:65) aclara la contradicción existente al mencionar el nombre Yaya y decir inmediatamente que se desconoce su nombre citando a C. H. de Goeje (1928:45,142 y 204) donde se explica el término aruaco Ia que significa espíritu, causa primera de la vida y que por su duplicación se torna un superlativo que podría traducirse como Sumo Espíritu.
Según Izquierdo Gallo Yaya es dios solar, y vincula la ruptura de la jícara al mito del diluvio.
Bachiller y Morales (1883:11, 227) dice que IaIa significa tierra.

YAYAEL: Hijo de Yaya, como indica la terminación -el. Cuentan los mitos recogidos por Pané (1990:28) que intentó matar a su padre por lo que fue desterrado por cuatro meses y posteriormente muerto por ser padre; sus huesos guardados en una jícara dieron lugar al surgimiento de los peces.

YÚCAHU: Yúcahu Bagua Maórocoti, Ser Supremo para los tamos de La Española, según Pané (1990:21). En las creencias aborígenes este ser se ubica en el Cielo, es el único de toda su mitología, no tiene principio ni padre conocido, pero madre si, que es Atabey. Era considerado inmortal e invisible.
Zayas lo nombra Yucaho y dice que es “vocablo que siendo posiblemente una modalidad de la voz básica yoca, figura en varias expresiones complejas y seguramente, relativas a la Divinidad”. También lo recoge como Yocabay Bama, Guamoquina, Yocahuguama, Yocahuna-Vagua-maorocoti, Yocauna- Guamaocon.
Ulloa, según lo cita Arrom, lo llama Iocahuuague Maorocon. Las Casas (1990:104) Yocahu Vagua Maorocoti.
Arrom en sus Estudios sobre el Ser Supremo descompone el nombre de la siguiente forma:
Yúcahu: Yúca -yuca
hu -sufijo nominalizador que da sentido de solemnidad lo que se traduciría como Yucador o Ser de la Yuca.
Maórocoti: Ma- prefijo negativo o privativo. Orocoti- abuelo. Lo que se traduciría, El Sin Abuelo.
Yucaguama: Es polisintetismo que se traduciría como Nuestro Señor de la Yuca.
Perea confirma este vocablo y explica que desciende por síncope de Balahua, palabra del aruaco eyerí (aruaco protomaipure de las Antillas Menores) que significa grande agua, mar, río poderoso
Bertoni (1916:85), dice que Yocahúna o Hovana es el nombre de Dios en taíno.
Cambiaso lo recoge como Jocahunage y plantea que es una frase que significa: Ente del cielo que no tenía padre. Ser Supremo que nadie había creado (1974:52)

YUMURÍ: Indio de la zona de Matanzas, de las leyendas recogidas por Feijóo (1986:22), amante de Albahoa. Ante la decisión del padre de la muchacha de casarla con otro, esta lo hizo saber a Yumurí, quien fue a rescatarla en una canoa por el río Babonao, en el cual encontraron la muerte hundiéndose abrazados en el fango de sus orillas, una vez que fue descubierta la fuga, y después de una larga persecución. A partir de ese momento el río dejó de llamarse Babonao para llamarse Yumurí.



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